HOMILIA VISITA AL MONASTERIO DE LAS CLARISAS LEON


HOMILIA MONASTERIO 

HERMANAS CLARISAS LEÓN, mayo 7

Renovar nuestra confianza

 

Los relatos del Libro de los Hechos no permiten ver como la comunidad cristiana primitiva afronta los desafíos de la misión; Es en los momentos de prueba y de persecución cuando se experimenta más cercana la presencia del Señor. Es tiempo para renovar la confianza y afianzarse en la fe. El relato nos presenta a Pablo y Silas en oración al estar encarcelados. De manera particular las palabras del salmista nos permiten iluminar esa situación que están viviendo: «Daré gracias a tu nombre por tu misericordia y tu lealtad. Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma.»

 

El Papa Francisco nos ayuda a reflexionar sobre la oración de súplica: «La súplica, se convierte en un momento de íntima comunión con Dios, donde nuestra vulnerabilidad se encuentra con su infinita misericordia y amor: a través de ella, aprendemos a confiarnos más profundamente en Dios, encomendándole toda nuestra vida, nuestras preocupaciones, nuestras esperanzas y nuestros deseos.»

Jesús nos promete el Espíritu.

 

Jesús anuncia su regreso al Padre. El retorno al Padre es la ratificación de Dios sobre la justicia manifestada en la vida y la muerte de Cristo. El Señor promete que enviará el Espíritu Santo, como un abogado, que acompaña la vida de la Iglesia. Como nos recordaba José Comblin: «El Espíritu ha sido enviado para suscitar el reino de Dios en el mundo. La Iglesia está al servicio de esta tarea. Solamente el Espíritu es el que les da energías para vivir la resurrección en este mundo.»

 

Será el Espíritu Santo quien nos fortalecerá en el Amor para ser testigos en el tiempo y las circunstancias que nos toca vivir. Que la promesa de Jesús nos ayude a hacer nuestras las palabras de Don Hélder Camara: «El “otro mundo posible” sólo vendrá si lo soñamos juntos y nos vamos esforzando entre todos por plasmarlo. Sueño que se sueña solo puede ser pura ilusión. Sueño que se sueña juntos es señal de solución. Soñemos juntos.»

 

Hermanas, en este lugar donde tanta gente acude en esa búsqueda “aguas tranquilas”, la invitación que os hago desde mi novedad sacerdotal es que ¡Seamos valientes y proclamemos sin miedo a Cristo resucitado, luz y alegría de los cristianos! Con nuestro testimonio. ¡Dejemos que el Espíritu Santo nos transforme para ser capaces de comunicar esto al mundo!

 

Démonos unos segundos para agradecer, con la antífona del salmo “Aclama al Señor tierra entera” por Jesús al Padre, quien nos llama y nos espera en la eucaristía.  

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