DOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA - Custodia y responsabilidad


Una situación difícil con una persecución que se siente ya en las primera momentos del nacimiento de Jesús, y al mismo tiempo unos padres con la responsabilidad de cuidar la vida que les fue entregada. Este esta imagen que se presenta en este domingo después de Navidad llamado de la Sagrada Familia. Una escena presentada por el Evangelio a la que siempre podemos recurrir, incluso en la actualidad, en que cada vez nos hablan de diferentes modelos de familias.

Cuánto necesitamos en estos tiempos mirar a la Familia de Nazaret y comprender que el ejemplo propuesto, aunque se nos diga que es atemporal y que ofende a quienes han hecho otras opciones, es la fuerza humana para la vitalidad de cada persona. José y María con el niño Jesús nos muestran la responsabilidad de mantener vivo este niño. Dios entró en la Historia por esta vía y no por otras y no debemos avergonzarnos ni tener miedo de afirmar esta verdad.

El estilo de la custodia es el trasfondo de los tres cantos que nos ofrece la liturgia de la Palabra. El respeto de los hijos hacia sus padres y el respeto de los padres hacia sus hijos es el principio afirmado.

José es el icono de este discurso. su figura sigue siendo un modelo incluso hoy en un contexto en el que la paternidad parece estar en crisis, significando que la propia institución familiar está en crisis. El padre "legal" de Jesús asumió inmediatamente la responsabilidad de ayudar a realizar el plan de Dios, después de algunas dudas iniciales, a pesar de resultar algo incomprensible al principio.

Pensemos en esos padres que aún hoy viven fielmente el compromiso de cuidar las primeras semanas de vida de sus hijos. Esto es a veces difícil, pero incluye la responsabilidad por un lado, y el esfuerzo se combina con la alegría por el otro, de una vida que da sus primeros pasos.

Vemos a José en el Evangelio, él también sufre la hostilidad del mal que quiere deshacerse del niño Jesús en todos los sentidos, viéndolo como una amenaza. pero él nunca está solo, siempre está iluminado por Dios.

La paternidad está hoy en crisis porque es la fe la que está en crisis. Cuando dejamos a Dios fuera de nuestra puerta vemos los resultados aterradores que se derivan de ello. El mal actúa con su fuerza y ​​la demostración es el aumento de noticias, donde los maridos matan y hieren a sus mujeres y viceversa, pero incluso las que no están escritas en los periódicos se pueden ver de primera mano en nuestras comunidades, en las ciudades y vecindarios.

Custodiar el don dado en la vocación matrimonial se logra sólo si se alimenta en la fe todos los días. Una vez que José y María expresaron su fiat, tuvieron que renovarlo en medio de las dificultades.

Si repasamos los pasajes evangélicos que atañen a la infancia nos damos cuenta de cuántas espinas tuvieron que atravesar los tres, pero conscientes de que su tarea era entregada por Dios no desistieron.

Lo mismo ocurre en el matrimonio que es una vocación sellada por el Sacramento y como toda vocación nace de una intuición divina por lo que no debemos rehuir esta responsabilidad de ser guiados. El riesgo, en cambio, es el de encontrar soluciones muy humanas en las que los padres se ponen al mismo nivel que sus hijos y no son capaces de educarlos.

Hace unos días una familiar me contó que su hijo, mientras iba a jugar al fútbol, ​​se había enfrentado con un compañero de equipo y los padres de este último incluso lo habían amenazado de muerte.

De la liturgia de la Palabra de hoy recuperamos ese estilo de fe y responsabilidad que debe ser la única brújula verdadera para guiar el tejido familiar. No hay otros atajos ni caminos más sencillos a seguir.

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