Dom II de Adviento, Ciclo C. Todo en la plenitud de la gracia



Hoy contemplamos la belleza de María Inmaculada. El Evangelio, que narra el episodio de la Anunciación, nos ayuda a comprender lo que celebramos, especialmente a través del saludo del ángel. Él se dirige a María con estas palabras: " Alégrate, llena eres de gracia: el Señor está contigo ". Antes de llamarla María, el arcángel Gabriel la llama " llena eres de gracia ", y así revela el nuevo nombre que Dios le ha dado y que le conviene más que el nombre que le dieron sus padres. La llamamos así también cada Ave María. 

 

¿Qué significa llena eres de gracia? Que María está llena de la presencia de Dios y si Dios habita enteramente en ella, no hay lugar en ella para el mal. Es algo extraordinario, porque todo en el mundo, desgraciadamente, está contaminado por el mal. Cada uno de nosotros, mirando dentro de nosotros mismos, ve sombras y oscuridades; incluso los más grandes santos fueron pecadores y todas las realidades están afectada, todas, excepto María. Ella es el único "oasis siempre verde" de la humanidad, la única incontaminada, creada inmaculada para acoger plenamente, con su " sí ", a Dios que vino al mundo, y para enseñarnos cómo llegar a su corazón.

 

La Iglesia hoy felicita a María llamándola toda hermosa, TOTA PULCHRA. Así como su imagen juvenil no consiste en la edad, ni su belleza consiste en la exterioridad, María, como muestra el evangelio, no cuenta por la apariencia: ella es de familia sencilla, vivió humildemente en Nazaret un pueblo casi desconocido; ella no era famosa, incluso cuando el ángel la visitó nadie fue testigo; ni siquiera tenía una vida cómoda. La suya fue una vida de preocupaciones, estaba "muy turbada ", escribe el evangelista Lucas, y cuando el ángel "se alejó de ella», los problemas aumentaron; no olvidemos que José quiso repudiarla en secreto.

 

Sin embargo, la llena de gracia vivió una vida hermosa. ¿Cuál fue su secreto? Podemos comprender esto mirando nuevamente la escena de la Anunciación. En muchas pinturas se representa a María sentada frente al ángel con un pequeño libro en la mano. Este libro es la Escritura. María escuchaba a Dios y conversaba con Él. La Palabra de Dios era su secreto: y esta Palabra cercana a su corazón se hizo carne en su seno. Al permanecer con Dios, comunicándose con Él en toda circunstancia, María embelleció su vida. Así, no es la apariencia, ni lo que pasa, sino el corazón dirigido a Dios lo que hace bella la vida. 

 

Hoy miramos con alegría la plenitud de la gracia. Pidámosle que nos ayude a permanecer vigilantes ante la frialdad, diciendo "no" a la tentación de la angustia, y viviendo una vida hermosa, diciendo "sí" a Dios haciendo cada día su voluntad, guardando su Palabra en el corazón. 


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