HOMILIA EN LA SOLEMNIDAD DE LA VIRGEN DEL PILAR PARROQUIA DE VILLAMANÍN, OCTUBRE 12 - 2024



Según una antigua tradición que, luego, desde el siglo IX, se hizo general, el origen de la fe cristiana en España estuvo relacionado con la presencia maternal de la Virgen María. Desde entonces, la basílica del Pilar de Zaragoza es lugar de oración y un centro de irradiación de esperanza para los pueblos de España y de América.

En toda Hispanoamérica se celebra este dia como "solemnidad", se proclaman las tres lecturas que la liturgia nos propone para dar magnificencia.

 

El libro de las crónicas relata que fue grande la fiesta de los israelitas, con el rey David al frente, cuando colocaron en una tienda digna, en Jerusalén, el Arca de la Alianza, que les había acompañado durante la marcha por el desierto. Oraciones, cantos, festejos, sacrificios y holocaustos: todo les pareció poco para honrar al Arca, el mejor signo de la presencia de Dios en medio de su pueblo. Esta página, leída el día del Pilar, nos recuerda que María es comparada muchas veces al Arca de la Alianza: ella llevó en su seno y dio a luz, para todos nosotros, al Hijo de Dios. Y así se constituyó en instrumento precioso en las manos de Dios para transmitir la buena noticia de la salvación a todos los pueblos. Desde Zaragoza, ella es como un faro que irradia luz y como un Arca preciosa que nos recuerda la presencia de Cristo Salvador en medio de nosotros.

 

El libro de los Hechos nos presenta a la primera comunidad cristiana reunida en oración, a la espera del Espíritu prometido por Jesús. Allí están los apóstoles, junto con otros discípulos y con varias mujeres, sobre todo María, la madre de Jesús.

María está en medio de la comunidad. No preside. No es apóstol. No hace milagros ni pronuncia discursos. Está. No se ha retirado a vivir por su cuenta las experiencias de los días anteriores. Anima con su presencia a los seguidores de su Hijo. Se ha convertido en miembro entrañable de la comunidad y comparte su espera y su oración. Como con nosotros, ahora.

 

En el Evangelio Jesús aprovecha el "piropo" que una buena mujer pronuncia ("dichoso el vientre que te llevó") para proclamar que más importante incluso que la maternidad o el parentesco biológico es la nueva familia que él quiere reunir: la familia de los creyentes. Y pronuncia una bienaventuranza: "Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen".

 

Con lo cual, ciertamente, no está excluyendo a su madre: al contrario, está diciendo que su mayor mérito fue que creyó en la Palabra que Dios le había dirigido a través del ángel. Precisamente, es el mismo evangelista, Lucas, el que nos transmite la respuesta de María a la invitación de Dios: "Hágase en mí según tu palabra". Es feliz por ser la Madre del Mesías. Y es todavía más feliz por haber creído en Dios y haber acogido con fe a su Hijo.

 

Las comunidades cristianas que nos gozamos de tener a la Virgen del Pilar como protectora, como "columna" o "pilar" de nuestra fe, nos unimos a todas las generaciones que la felicitan y la llaman bienaventurada, porque también para nosotros es ella "la gloria de Jerusalén y la alegría de Israel", porque en ella Dios nos ha dado un modelo magnífico de fe y una Madre, la Madre de la Iglesia, llena de amor y misericordia.

 

En esta fiesta damos gracias a Dios "por todas las grandes maravillas que ha realizado en la Virgen", enumerando su concepción inmaculada, su virginidad, su maternidad divina y su participación en el triunfo de su Hijo sobre la muerte.

 

Más que la certeza o no de los hechos históricos que puedan estar en el origen de esta advocación, la fiesta de hoy nos invita a la certeza de la cercanía y la presencia de la Virgen en nuestras vidas y, por tanto, la firmeza de nuestra fe auténtica en la figura siempre viva y cercana de María. 

 

Cuantos "la invocamos con la advocación del Pilar", pedimos a Dios que, por intercesión de la Virgen, nos conceda "fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor", "permanecer firmes en la fe y generosos en el amor" y que, finalmente, podamos "contemplarle eternamente en el cielo”.

 

Todos deseamos que la Virgen del Pilar sea para nosotros "guía para el camino, columna para la esperanza, luz para la vida".

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