HOMILIA EN LA FIESTA DE SAN FROILÁN PARROQUIA DE SAN FROILAN – LEON


 


El Señor en el evangelio nos acaba de dejar un mandato: Id por todo el mundo y predicad del evangelio a toda la creación. Hoy, querida comunidad vemos como esto se hizo realidad en san Froilán, a quien celebramos como titular de nuestra parroquia y patrono de nuestra Diócesis. 

 

La Palabra de Dios nos invita a contemplar su efecto en este hombre que se abrió plenamente a la llamada de Cristo dejando su comodidad de vida para conformarse con Él. Froilán experimentó cómo en la vida de cada día, tanto en los momentos alegres como en los tristes, si se procura seguir el camino del evangelio, se hallará paz; un deseo que cada vez es más escaso, pero necesario personal y socialmente.

 

Sí. San Froilán vivió la libertad de los hijos de Dios. Por ello, las palabras del apóstol que hemos escuchado en la segunda lectura, la liturgia las aplica a nuestro patrono, porque procuró, vivir en sí mismo y enseñarlo a sus discípulos, la entrega al servicio del Señor.

 

San Pablo nos ha hablado de la fidelidad, un sentimiento que corresponde a los escogidos de Dios. Y ¿qué significa aquí la palabra sentimiento? No se trata de un estado de ánimo, de una sensación emotiva, sino de algo más profundo. Se trata de una disposición interior que se traduce al exterior con unas actitudes concretas, con una determinada manera de ser y de actuar.

 

¿Por qué la fidelidad es un sentimiento que corresponde a los escogidos de Dios? Pablo la menciona muchas veces en sus escritos. La fidelidad está unida a muchos otros sentimientos, que son los que derivan de saberse gratuitamente perdonado, querido, acogido, santificado, por Dios. Cuando uno toma conciencia de todo lo que Dios le ha concedido y es consciente también de su pobreza personal, brota de su interior el sentimiento de humildad, de saberse pequeño, sin ningún mérito propio y, sin embargo, saberse profundamente amado por Dios. ¿El fruto? la paciencia, hacia uno mismo y hacia los demás; la serenidad, que permite mirar la propia historia, los acontecimientos de cada día y la relación con los demás desde la certeza del amor de Dios, y la fidelidad. Dones del Espíritu que concede al perseverar en el camino cristiano por amor a pesar de las contradicciones interiores o exteriores. 

 

San Froilán se ejercitó en esta paciencia fiel en su tiempo: la vivió al asumir la Regla como monje, y luego más radicalmente como obispo. Seguramente enseñó y testimonió: la certeza del amor de Dios que perdona, la humildad, la paciencia, la paz, la confianza en la capacidad positiva de la persona.

 

Los sentimientos que corresponden a los escogidos de Dios, no se quedan en el ámbito cerrado de uno mismo. Se abren a los demás. Si uno es consciente de todo lo que Dios le perdona cada día, busca perdonar a los demás, es decir, sostenerlos en su debilidad física, moral o psíquica. 

 

También estos sentimientos se centran en el amor, aquel amor fraterno que es reproducción del de Jesucristo. Aquel amor que da y gasta la vida por el bien de los demás; aquel amor que lleva a compartirlo todo, a ayudarse mutuamente, a alentarse y mejorarse los unos a los otros, a compartir la fe y la vivencia espiritual; a acoger juntos la Palabra de Cristo, a vivir juntos la oración que el Espíritu suscita en la Iglesia y en el corazón de cada uno.

 

Esta fue la tónica de vida de san Froilán, tanto en su experiencia interior como en su vida de pastor entre sus fieles. 

 

Evidentemente, el evangelio que hemos leído, no fue escrito pensando en curas o religiosos. Sus destinatarios son todos los bautizados en su vida íntima y en su vida fraterna, comunitaria, eclesial, social. Por ello, debemos procurar llevarlo a nuestro corazón; así el clima de nuestra comunidad familiar y parroquial cambiará radicalmente porque seremos más testigos de Jesucristo y se suscitará más entusiasmo por el Evangelio.

 

Una experiencia espiritual y un estilo de vida fraterno como lo vivió San Froilán, fundamentado en la Palabra de Dios, hoy no dejan de ilusionar cuando uno se encuentra con personas que también lo viven. Debemos evangelizar con nuestra vida personal y con la forma en que vivimos nuestras relaciones fraternas, y más aun, con la forma en que nos perdonamos unos a otros.

 

El Apóstol Pablo decía, que lo tenemos que hacer todo en nombre de Jesús. Es decir, según su estilo y con la fuerza que nos viene de su poder salvador. Y más aún, decía, que tenemos que dirigir por medio de él a Dios Padre una acción de gracias. Es lo que haremos ahora en la Eucaristía. Y lo que tenemos que hacer todos los días en todas las cosas de nuestra vida, como escogidos, santos y amados de Dios, 

 

Que San Froilán, nuestro patrono nos ayude. 

 

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