Podcast. Dom. XV del T.O. El que nos ama nos llama
La Palabra de Dios a la que nos invita la liturgia en este día es muy significativa; yo creo que más que proponerme hacer una exhortación sobre ella, os invito a que imaginéis la escena del Evangelio, a los personajes, ese día…en una pintura.
Jesús llamó a doce y comenzó a enviarlos. Dos a dos: porque dos no es simplemente la suma de uno más uno, es el comienzo de nosotros, la primera célula de la comunidad. Les ordenó que no llevaran nada más que un bastón. Sólo un bastón para soportar el cansancio, y un amigo en el que descansar el corazón. Ni pan, ni bolsa, ni dinero, ni dos túnicas. Dependerán diariamente del cielo. Imaginamos verlos avanzar desde un recodo del camino. Personas que saben que su trabajo les supera humanamente, «infinitamente pequeños mensajeros, porque sólo así el anuncio será infinitamente grande»
Pero si miras más de cerca, puedes notar que además del bastón llevan algo: un frasco de aceite en el cinturón. El suyo es un peregrinaje bondadoso y sanador, de cuerpo en cuerpo, de casa en casa. La misión de los discípulos es simple: están llamados a llevar la sanación: ungieron con aceite a muchos enfermos y los sanaron. Se ocupan de la vida, como el profeta Amós, ahuyentan demonios, tocan a los enfermos y sus manos dicen: "Dios está aquí, está cerca de vosotros, con amor". Vieron con Jesús cómo se tocan las heridas, cómo nunca se huye del dolor, aprendieron el arte de la caricia y la cercanía. Y proclamaron que la gente debería convertirse: convertirse al sueño de Dios: un mundo sanado, relaciones que se vuelven armoniosas y felices, un mundo de puertas abiertas y sin brechas en los muros. Sus manos sobre los enfermos predican que Dios ya está aquí. Él está cerca. Está aquí y sana la vida. San Francisco advirtió a sus frailes: también se puede predicar con palabras, cuando ya no queda nada más.
Si en algún lugar no os reciben ni os escuchan, vete y sacude el polvo bajo tus pies para testimonio a ellos. Jesús también los prepara para el fracaso y para no darse por vencidos. Como los profetas. Los Doce tienen la misma fe que los profetas: creen en el Reino mucho antes de verlo establecido. El ideal que hay en ellos importa más que lo que puedan lograr a partir de él.
Bello Evangelio, donde emerge una triple misión: de pequeñez, de camino, de profecía. Van los Doce por el camino que es libre, que es de todos, que nunca se detiene y te lleva; van, profetas del sueño de Dios: un mundo totalmente sanado.
Pero despertemos, hoy la Iglesia es necesita, está en un momento de purificación donde retorne la confianza en lo poco, ¿en lo sencillo… dónde estamos nosotros?
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