HOMILIA EN LA CELEBRACION DE LA VIRGEN DEL CARMEN

 


HOMILIA EN LA FIESTA DE LA VIRGEN DEL CARMEN 

 

Haciendo memoria, creo que mi primer recuerdo mariano fue un escapulario de Nuestra Señora del Carmen que me regaló mi abuela. 

 

Una advocación viva, inscrita en el corazón de los fieles, que sigue marcando el alma de todos nosotros. Por eso estamos aquí hoy, culminando estas fiestas patronales, adhiriéndonos devotamente a esta Advocación de María, Madre del monte Carmelo que se ha entrañado en nuestra identidad de pueblo cristiano. 

 

Seguro que, en este pueblo de Gordaliza, María ha hecho sentir su patrocinio; habréis sentido a lo largo de vuestra vida que os ha tomado como sus hijos para atraeros y conduciros al Señor. Es conmovedor cómo ella ha manifestado su maternal presencia a través de este nombre del Carmen. Por eso hoy emocionados, engalanamos nuestro corazón para rendirle nuestro filial homenaje, que nos dispone a estar atentos a sus palabras: «haced lo que Él os diga».

 

Tomo dos aspectos que la liturgia de la Iglesia nos propone para este día en la Palabra que escuchamos, y que seguro invitan a armonizan con la figura de María. 

 

En la primera lectura de Isaías, reconocemos que Israel tuvo una extraordinaria experiencia de Dios…, había sido llamado a ser el pueblo de la alianza, el pueblo que hablaba de la voluntad divina. Llamado por Dios mismo a anunciar a todas las naciones el rostro compasivo del Señor, Israel acabó encerrándose en sí mismo, siempre a la defensiva, reduciendo su tarea a un conservadurismo estéril. Así, los líderes religiosos y políticos estaban convencidos de que eran mejores que los pueblos paganos y se resguardaban en esta certeza. Sentados en sus propias convicciones, íntimamente seguros de que nada alejaría a Dios, no se preocuparon por mantener viva la fe que los unía al Señor. 

 

Por eso Jesús, nos relata el Evangelio, ante el obstinado rechazo de sus conciudadanos les advierte: no habrá salvación si no están dispuestos a cambiar de actitud. Incluso las ciudades paganas descalificadas, consideradas malditas por los devotos judíos, recibirán un mejor trato al final de los tiempos. 

 

 

¿Cómo relacionar estos dos aspectos de la Palabra con María?

 

Uno: Ella es antítesis permanente del mundo, frente a la arrogancia y el orgullo de los poderosos, el Señor la eligió como su humilde sierva y ensalzándola en la historia. 

 

Dos: Su testimonio es respuesta y espejo a la solicitud de Jesús en el Evangelio; sólo quien escucha y camina en la presencia del Señor, quien convierte su corazón a Dios en la sencillez, recibirá de Él su misericordia.  

 

Esta hermosa advocación precisamente nace en la sencillez y echa raíces en los humildes, en el pueblo creyente amante de la Madre de Dios. Recordemos que son los ermitaños de la primera comunidad en el monte Carmelo, quienes, a finales del siglo XII, engendran una advocación especial para demostrar su amor a María. Esta semilla minúscula irá creciendo hasta extenderse por todo el mundo bajo la advocación de Virgen María del Monte Carmelo.

 

Hoy, sigue viva la confianza y el amor en miles de corazones, que agradecen los miles de favores e intervenciones de María, la protectora del monte carmelo. Y hoy sigue vivo el amor aquí también en este pueblo de Gordaliza del Pino, confiado a la Virgen del Carmen.

 

Gracias María por ¡llevarnos a Jesús! Y gracias madre del Carmelo, que dolorosa, acompañaste a tu Hijo hacia el calvario, para estar también cercana a nuestras penas y sufrimientos de cada día. Hoy los pobres, los enfermos, los que sufren, los que te necesitan, alcanzan de ti fuerza y ayuda para sobrellevar con fe las dificultades de la vida. Eres nube de esperanza, eres consuelo, eres Madre que nos ofreces el fruto bendito de tu vientre. 

 

Que, por intercesión de María, la Virgen del Carmen, podamos llegar hasta Cristo, monte de salvación. Ella siga ayudando a cada cristiano a encontrar a Dios en el silencio de la oración. 

 

Felicitaciones a las personas que llevan el nombre del Carmen (Carmen, Carmenzas, carmelos), que les recuerda la belleza de María y los marca con un compromiso y una misión, al estilo de la primera creyente. Os invito finalmente a que repitáis conmigo esta sencilla jaculatoria «Virgen del Carmen, dulce patrona, de los que tanto te aman, llévanos a Jesús».

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