Podcast. Dom XI del T.O. Abre Señor nuestro corazón a la confianza
Hay una palabra clave que une las lecturas de hoy: confianza.
Por tanto, si en la primera lectura es Dios quien habla a su pueblo a través de su profeta, en la segunda encontramos a san Pablo exhortando a los cristianos de Corinto a responder a la fidelidad de Dios con confianza.
El contexto, en el que Dios habla a su pueblo a través de Ezequiel, es el del exilio de Babilonia: Israel es deportado y oprimido. Y dentro de esta situación trágica Dios está con ellos.
Sí, este es el estilo de Dios, centrarse en los humildes para salvar a los "grandes": salvar el "cedro enfermo" con sólo una de sus humildes ramitas. El cedro, árbol majestuoso, es aquí la metáfora que representa al pueblo de Dios, numeroso como las infinitas estrellas del cielo y como la arena de la orilla del mar que en las pruebas está siempre tentado a abandonar a su Dios. Pero en este "cedro enfermo", Dios ve una pequeña ramita que, a pesar de la opresión, sigue "anunciando su fidelidad”.
Tres veces en unos pocos versos Dios recuerda a su pueblo quién es él: "Así dice el Señor Dios"; "Todos los árboles del bosque sabrán que yo soy el Señor"; “Yo, el Señor, he hablado y lo haré”. Pero desgraciadamente Israel una y otra vez desobedece a su Dios y se postra ante los ídolos.
Es la historia del hombre: postrarse ante los ídolos, y es la historia de Dios: tener misericordia de él. Y estas dos historias -la de Dios y la de la humanidad- se convierten en una sola historia en Jesucristo: de una historia de miseria a una historia de misericordia.
A través del Hijo hecho carne, hecho "ramita" frágil, es como Dios trasplantará al nuevo pueblo: a la Iglesia.
Y Pablo nos recuerda que debemos responder a este plan de salvación con nuestra fe activa, que llamamos con el nombre de caridad: de hecho, es en relación a ella que seremos juzgados cuando dejemos este mundo.
Nuestra fe se basa en un Dios que se hizo hombre. Por esta fe estamos llamados por la gracia del Espíritu Santo a sembrar las semillas de nuestro testimonio hecho sobre todo de gestos concretos de amor hacia los demás.
La palabra clave, de que os hablé al inicio – confianza - que ha guiado nuestra reflexión, es la respuesta del hombre a la fidelidad de Dios: es expresión de nuestra fe, sinónimo de nuestra esperanza, motor de nuestra caridad. Por decirlo en un eslogan... "Confianza: nuestros pasos hacia Dios por el camino de la fe".
Jesús nos habla también de la confianza en el Evangelio, advirtiéndonos que, cualquier eficacia apostólica sin Él resulta estéril, y lo hace a través de dos parábolas: la de la pequeña semilla y la del granito de mostaza.
Pensemos nuevamente en ese "pequeño grupo" de Israel que permaneció fiel al Señor; pensemos en los mártires en la historia de la Iglesia, o en nuestros contemporáneos perseguidos por su fe, pensemos en esos grupitos que se reúnen para orar y meditar la Palabra...
Yo pequeña rama también, muchas veces sin confianza o agobiada como la semilla expuesta, ¿qué puedo hacer tan asombroso para dar testimonio de mi fe?
El cardenal vietnamita Van Thuan, arrestado y hecho prisionero por su fe durante 13 años, escribe sobre sí mismo en su autobiografía, que durante su encarcelamiento fue destruido física y psicológicamente, pero permaneció fiel a su Dios y a la Iglesia, aferrándose a la oración y a su vocación sacerdotal. Celebró la Eucaristía diaria en el secreto y la soledad de su celda de aislamiento, que para él se había convertido en su "iglesia", consagrando un pequeño pedazo de pan y unas gotas de vino en el cáliz de sus propias manos. Su cuerpo "dormía", pero su corazón estaba despierto… Su fe dio frutos entre sus captores que, ante sus ojos, tenían el cuerpo de un hombre hecho pedazos, pero su alma, sin embargo veían un hombre confiado en Dios, un cristiano.
Ramita, grano de trigo, semilla de mostaza: Dios usa lo pequeño, lo humilde... ¡Dios nos usa a nosotros!
Pero espera de nosotros la CONFIANZA.
Tomémonos unos segundos para entregarle a Jesús nuestra “tierra”, lo que somos, con todo lo que sabemos en muestra intimidad que hay; que Él siembre lo que necesitemos, para dar fruto, para ser semilla y pan que alimente. Que esta eucaristía, sea entrega a la confianza en Dios.
Gracias Javi por este hermoso mensaje y por recordarnos que nuestra fe se basa en la confianza que dia a dia tengamos en nuestro Senor. Que londo mensaje. Dios te siga bendiciendo.
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