HOMILIAS EN EL TRIDUO DE SAN ISIDRO LABRADOR
TRIDUO DE SAN ISIDRO LABRADOR
DIA 1 – MAYO 13
Lunes de la séptima semana de pascua
Hch 19,1-8 (Pablo bautiza); Sal 67 (reyes de la tierra cantad al Señor);
Jn 16,29-33 (Yo os he hablado para que encontréis paz en mi)
Finalizando este tiempo Pascual nos acercamos a la celebración de la fiesta de San Isidro labrador, patrono de Madrid y vigía de las hermanades de labradores y ganaderos de los campos de toda España.
A lo largo de este triduo en su honor, os propongo que reflexionemos, iluminados por la Palabra que la liturgia de la Iglesia nos brinda, tres cualidades que podemos rescatar de San Isidro, y que espero nos muevan como a él, hacia un renovado deseo de Dios en nuestra vida.
1. Isidro, hombre generoso. (actitudes)
2. Isidro, hombre piadoso. (virtudes)
3. Isidro, devoto de la Santísima Virgen (confianza y devoción)
ISIDRO, HOMBRE GENEROSO
Isidro es un santo sumamente actual. Es un laico; casado y padre de familia; trabajador asalariado como tantos millones en nuestro mundo, dedicado a su labor con responsabilidad, compromiso y asiduidad, y sensible a las necesidades de sus paisanos más pobres. Nace en Madrid; se dice que en ese día se celebraba la fiesta de San Isidoro de Sevilla de lo cual deducimos, como era la costumbre, su nombre.
Precisamente, hoy las lecturas, pero de manera especial el Evangelio, iluminan esta primera actitud en Isidro: La generosidad. Ser generoso, difícilmente se da sin más en las personas, es fruto de un carácter excepcional que no mira solo para sí, sino que sale en ayuda de las situaciones adversas de otros que urgen de solidaridad. La mayoría eludimos y evitamos el dolor ajeno, porque prima nuestro bienestar…
Jesús prepara a sus discípulos para la misión, les habla de la llegada del Reino, pero pareciera que fuese un lenguaje enredado, ya que por lo narrado no lo habían entendido. Dentro del relato, Él les pregunta ¿ahora creéis? y además añade que se quedará sólo en los momentos dolorosos de la pasión (recordemos que la cobardía y la dispersión se apoderarán de los discípulos ante el juicio y la muerte de Jesús). Por eso les dice: “Tened Valor, porque en el mundo tendréis muchas luchas”. Y a pesar de esas palabras de aliento, los discípulos no estuvieron a la altura de los acontecimientos. Su fragilidad y cobardía se manifestaron en la huida y la desesperanza.
Pero, sí que es difícil tener valor cuando, aun queriendo, se presentan situaciones tan adversas en el mundo como: guerras, exilio, desplazamientos, hambre, desigualdad, que incitan al individualismo o peor, a la indolencia y la indiferencia. Los hombres, mujeres, niños y ancianos que sufren estás situaciones, me pregunto ¿cómo pueden tener la mirada en Dios si caer en la desesperación? ¿no debería cuestionarnos estos antivalores en contra de los más frágiles? ¿o el dolor de estos por la pérdida de su dignidad, de su núcleo de vida, de lo necesario para vivir?… es toda una dolorosa pasión...
Hace unas semanas Desde Nigeria vino a León el sacerdote Patrick Akpabio para “dar un testimonio viviente” de la situación de los cristianos en un país donde se les persigue por su fe”. Él contó la realidad en que se vive y se lucha allí, la situación de secuestros, quema de iglesias y otras cosas que afectan fuertemente a los fieles; pero también refirió cómo los cristianos perseveran en medio de todas estas dificultades para expresar su fe gracias a la generosidad de unos con otros, porque lo consideran un mandato del Señor.
Isidro, que levantó su santidad sobre las exigencias del Evangelio, como estos cristianos de África, fue testimonio de respuesta y compasión al necesitado; un hombre que se entregó a los demás ejercitando la caridad hasta extremos verdaderamente heroicos: compartía sus limitados y escasos bienes con los más pobres de su entorno, e incluso con aquellos que lo atacaban y desacreditaban.
“Se tomó en serio” eso de la generosidad y lo vivió con la mayor intensidad posible, aplicándolo a todos los detalles de su vida. Es verdad, que nos han presentado pasajes de la vida de San Isidro, infantilizados o fabulosos, desconociendo las situaciones reales que vivieron donde muchas veces se jugaron la vida por ser fieles al Evangelio.
Es por ello que hoy hacemos referencia a la GENEROSIDAD, que surge de su pasión por Dios, pero especialmente de su sentido de humanidad hacia los pobres, saliendo en su ayuda y dándose sin reservas a ejemplo del Señor.
Al respecto, podemos citar el milagro de la olla. Se dice que en la mesa de la familia de San Isidro Labrador y de Santa María de la Cabeza había todos los días del año un plato dispuesto para el necesitado que llamase a la puerta de su casa. Pero ocurrió que un día la olla ya estaba vacía cuando llegó un mendigo con hambre. Isidro no sabe, pero ella sí. Él sienta al pobre hombre a la mesa y pide que le sirva sopa… ella no duda en hacerle caso … La olla se llena milagrosamente y el pobre es atendido. Sentar al necesitado a la mesa, es tratarlo como igual, como hermano, es hacer con él Iglesia, familia.
Esta es la urgencia moral y religiosa a la que debemos responder. No un mero cumplimiento… por ello cada cristiano debe preguntarse al interior, e incluso vosotros mismos como Unidad Pastoral de Villaobispo, ¿Cuáles son vuestros comensales? ¿a quiénes acompañáis en la pasión?
La respuesta es imprescindible para poder hablar de auténtica generosidad, de auténtico amor al prójimo, de respeto y fraternidad, de anuncio del Reino. Si en una comunidad parroquial o en el corazón de un cristiano falla esto, es poque, como ya nos lo dijo Jesús en el evangelio, no lo entendimos. Isidro lo entendió y lo vivió, por ello lo celebramos.
Oremos por los generosos y valientes de corazón, por los que muestran coraje en la vida para ayudar aun a costa de su vida. Para que no desfallezcan en su deseo de dar a otros una vida más digna. Pidamos a San Isidro que interceda ante el Señor por nuestro propósito de ser más generosos y solidarios con los frágiles de nuestra sociedad, saliendo en la atención de sus necesidades.
Démonos unos segundos ahora, para interiorizar la Palabra meditada y llevemos nuestro deseo de ser más caritativos y generosos ante el altar de la eucaristía como ofrenda al Señor.
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DIA 2 – MAYO 14
Martes de la séptima semana de pascua
Hch 1, 15-17. 20-26 (elección de Matías); Sal 112 (El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo); Jn 15,9-17 (ya no llamó siervos sino amigos)
ISIDRO, HOMBRE PIADOSO.
Ayer meditábamos alrededor de la GENEROSIDAD, como primera actitud a vivir a ejemplo de San Isidro. Hoy meditaremos sobre la persona de Isidro, como hombre piadoso.
Un segundo rasgo fundamental en la vida de San Isidro labrador, igualmente extraordinario y de actualidad, es ser un hombre piadoso, un hombre de oración, un hombre de Dios.
Hoy la liturgia de la Iglesia celebra la fiesta de San Matías, apóstol; y viene muy bien para nosotros esta coyuntura. La primera lectura del libro de los Hechos nos presenta el discurso de Pedro para la elección de Matías. De ella podemos aprender el sentido de la apostolicidad de la Iglesia; es decir, la certeza que el Espíritu prometido actúa y elige. El apóstol es aquel que ha tenido experiencia de Dios y que por lo tanto ha configurado su vida en el misterio pascual de Cristo. La oración colecta de esta fiesta nos ratifica “que podamos alegrarnos de tu predilección al ser contados entre tus elegidos”. Todo es elección, amor de Dios hacia nosotros. Y por ello damos gracias y correspondemos con la gratuidad de nuestra parte.
El evangelio es la clave en la que anclamos nuestra de vida de elegidos. El Señor, que nos ha llamado a la vida de fe, hoy nos recuerda el sentido de esta: el amor que se hace servicio. Allí donde muchos ven una Iglesia de “rezos y mandatos”, el Señor nos invita a descubrir el misterio más profundo de la vida divina.
Creer en este amor y vivirlo día a día produce un fruto infalible: profunda alegría. Aquí Jesús nos revela su secreto más íntimo: si fue pobre y desprendido de todos los bienes de este mundo, no lo fue por un absurdo deseo de mortificarse, sino porque estaba literalmente sumergido por una alegría tan grande que todo lo de este mundo pasaba totalmente inadvertido. Y sólo deseaba una cosa: vernos disfrutar de esa misma alegría. “Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a su plenitud”.
¿Dónde radica la grandeza de San Isidro y el secreto de que después de tantos siglos, aún siga siendo un modelo válido para todos los cristianos? La respuesta es simple: con una fe sencilla, fue capaz de saberse con Cristo en Dios. Dios era todo en su vida, su alegría, Él lo llenaba todo… Isidro oraba mientras hundía el arado en campo. Rezando y labrando la tierra se encendía en amor, como lo hace el testigo que escucha el evangelio, y así consiguió hacer algo que hoy necesitamos más que nunca: que el trabajo de cada día sea ofrecido a Dios. ¡Cuánto lo necesitamos! Podemos preguntarnos ¿El trabajo o las acciones a las que consagramos tantas horas de nuestra vida están dedicados a Dios realmente? ¿Sentimos el fuego de ser testigos de Dios en el mundo con nuestras acciones?
Imaginamos a Isidro ofreciendo el día al amanecer, y dando gracias al atardecer; y a lo largo de la jornada hacer de las faenas una oración. Alguien que escribió sobre él dice al respecto “Labrando la tierra su rostro sudaba y su alma se iluminaba; las gotas de sudor, se mezclaban con las gotas de fe; las lágrimas, de amor; los golpes de la azada, el chirriar de la carreta y la lluvia del trigo en la era, iban acompañados por el murmullo de la plegaria de alabanza y gratitud mientras rumiaba las palabras escuchadas en la iglesia. Acariciando amorosamente la cruz, aprendió a empuñar la mancera”. Ese es el semblante de aquella vida tan sencilla y alegre en Dios.
El significado actual de este santo patrono pasa por el camino que él nos señala: ser hombres y mujeres de bien, veraces, honrados y generosos, que buscan en el Corazón de Cristo el agua fresca del amor auténtico, inequívoco, sacrificado, dispuesto a darse y a dar la vida por los hermanos como Él, en su Cruz…
La responsabilidad de nosotros cristianos se mide por la intensidad de nuestra oración; la Sagrada Escritura nos dice “Este es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo”. Solo a través del deseo y cultivo de una vida espiritual, como a San Isidro, el Señor nos dará los dones y gracias para llevarla adelante, nunca para nuestro “bienestar”, siempre para compartirla y en esta oportunidad orando por los que trabajan el campo, por los agricultores y ganaderos, por los que cuidan la tierra, el planeta, por las buenas cosechas fruto del esfuerzo y la plegaria. Así, seremos testigos cercanos de Jesucristo resucitado, y como Unidad pastoral, ofrecer nuestras plegarias por quienes hacen parte de nuestra comunidad.
Démonos unos segundos ahora, para interiorizar la Palabra meditada y llevemos nuestro deseo de ser más orantes haciendo de nuestra vida espiritual ofrenda agradable al Señor.
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DIA 3 – MAYO 15
Miércoles FIESTA
Stgo 5,7-8. 11. 16-18 (El labrador aguarda paciente el fruto de la tierra);
Sal 1 (Su gozo es la ley del Señor);
Jn 15,1-7 (Yo soy la Vid, y mi Padre es el labrador)
Señor alcalde, autoridades, hermandad de San Isidro, amigos y fieles de la UPA de Villaobispo.
A lo largo de estos días nos hemos acercado a San Isidro para ver en él esas cualidades ordinarias que supo hacer extraordinarias en su vida: la generosidad y la piedad. Nos queda reparar en un aspecto decisivo en su espiritualidad: su devoción mariana. Sin duda en San Isidro sobresalió su profundo amor a María Santísima, de manera especial, en las advocaciones de Atocha y la Almudena.
Es este día de fiesta, la Palabra de Dios es rica en signos que nos recuerdan: la acción del labrador, la Vid, los sarmientos, y la paciencia como virtud con que deben esperarse los frutos. Tanto la carta a Santiago, como el Evangelio nos estimulan a permanecer unidos en el Señor.
Pero consideremos el hermoso texto de san Juan “Yo soy la Vid y mi Padre es el labrador”. Esta imagen tiene dos dimensiones importantes: una es la dependencia que tenemos de Dios porque él es nuestra vida, por el respiramos, vivimos, actuamos. Y la segunda es un recordatorio: sin la sabia de su Palabra no somos capaces de extender la alegría de sentirnos sus hijos, hijos de Dios. Vosotros dedicados al campo ¿puede un sarmiento dar fruto desprendido de la vid?
Nosotros hemos sido llamados desde nuestro bautismo, para testimoniar el Evangelio con nuestra vida, la concreta, la de día a día.... Pero antes de hacer eso debemos de absorberlo, como las plantas al agua, en nuestra propia vida y en nuestros actos, para que como dice la Escritura: “el mundo crea”.
Sin lugar a dudas, Isidro es uno de los mejores ejemplos para describir esta unión con Dios: por su confianza, por su sencillez. Además, nos deja ver cómo el Señor se sirve de algunos hombres excepcionales para hacer un mundo más humano y acogedor. Él como María, supo salir pronto en ayuda de quien le necesitó, incluso costeando, con sus limitados recursos, cualquier dificultad. Seguro que, como cuentan las crónicas sobre su vida, al pasar frente a los santuarios marianos de Atocha y la Almudena rumbo a su trabajo, viendo la necesidad de alguno, recordaba a la Santísima Virgen se encomendaba e iba en su ayuda… como también nosotros lo hacemos cuando alguien necesita de colaboración.
Sea hoy un día para recordar y encomendar a la Virgen a todos los trabajadores del campo, a la Hermandad de Villaobispo, pero no solo ellos, sino también a los parados o los que están trabajando en condiciones inhumanas, que se encuentran en pésimas condiciones cobrando un salario por debajo de lo que les correspondería.
Dice un autor que escribió sobre Isidro que sintiendo que iba a morir, hizo humilde confesión de sus pecados y recomendó a sus familiares y amigos que tuvieran mucho amor a Dios, a la Virgen y mucha caridad con el prójimo, y murió santamente. Un hombre ordinario, un trabajador del campo sencillo, con dificultades para sobrevivir, pero con una infinita confianza en Dios y una bondad sin igual… ¿a cuántos de nuestros paisanos nos recuerda? ¿a cuántos pertenecientes a la hermandad? ¿a cuántos de los que ya han partido?
En este día de fiesta rural, nosotros que estamos rodeados del campo, damos gracias a Dios por los labradores y ganaderos de nuestros campos, como la hacía San Isidro, por su vida de trabajo duro. Pedimos a la Virgen María, proteja hoy junto a San Isidro, como seguro él también lo pidió, a todas las personas de nuestro entorno que viven del campo con esta sencilla oración:
Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, a tus plantas
nos llegamos.
Tú, que nos diste a quien es el pan de nuestras almas, protege las
mieses que habrán de proveer el pan de nuestra mesa,
los bosques que dan sombra al caminante,
color al paisaje y calor al refugio de la casa; bendice los frutos y las flores,
regocijo de la vista en el recinto hogareño
y haz que del mismo modo florezcan en nuestras almas las virtudes.
Prodigue tu protección prosperidad a los animales de labor que
colaboran en las faenas del hombre y de los rebaños que habrán de
procurarnos alimento, abrigo y defensa.
Y que sepamos nosotros cumplir la voluntad de Dios con inteligencia.
Aleja de nuestros campos las sequías; las heladas y granizos de nuestras cosechas; las plagas, de nuestras plantaciones; de nuestros ganados, las pestes.
Y libra de nuestras almas la aridez espiritual,
de los peligros de las tentaciones y del mal terrible del pecado.
Alcánzanos la lluvia oportuna para nuestras sementeras,
La gracia divina para nuestras almas,
de suerte que tengamos tesón y perseverancia en el trabajo,
fortaleza en la tribulación, resignación en el sufrimiento,
unidad de labor en la familia y paz en nuestro hogar. Amén
Que San Isidro, cuide nuestros campos y de fortaleza a todos los que cada mañana se levantan con ilusión de realizar su trabajo. Mantenga unida esta la Hermandad, que sus 70 años, sean multiplicados por muchos más. Que el contacto con la naturaleza les acerque cada día más al buen Dios y a su Providencia.
Démonos unos segundos ahora, para interiorizar la Palabra meditada y llevemos nuestro deseo de ser semilla fecunda en nuestra tierra; que el Señor, Sabio Labrador, nos sostenga, y la Virgen junto con San Isidro nos enseñen a ser siempre ofrenda agradable al Señor.
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