HOMILIA MONASTERIO DE SANTA MARIA LA REAL DE GRADEFES
HOMILIA MONASTERIO DE GRADEFES
Cuidado con lo que te desvía del camino del Señor
“Y llegó a Capernaum; y cuando estuvo en casa, les preguntó: ¿Qué hablabais entre vosotros en el camino? Pero ellos callaron; porque en el camino habían discutido entre sí, quién había de ser el mayor. Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos” (Mc 9, 30-37).
Queridas hermanas, en este día, en este martes, volvemos al Tiempo ordinario, que no deja de ser especial. Hicimos aquella larga pausa para desde el periodo cuaresmal hasta cumplida la Pascua con Pentecostés. El color es el verde nos recuerda la esperanza y Cristo es nuestra esperanza, por eso, vamos con él a caminar. Vamos con Él a renovar nuestras fuerzas.
El Señor ya nos recibe con una pregunta vital ¿Qué andan charlando a lo largo del camino? ¿En otras palabras, qué ocupa vuestros diálogos mientras camináis como mis discípulos? Jesús quiere saber si existen caminos paralelos en nuestra vida. Si hemos abierto desvíos en nuestro caminar con él.
Los discípulos quedan callados. De seguro que lo que ocultan a la pregunta les causa vergüenza y mudez. El asunto entre ellos es establecer quien es el mayor, quien es el mejor… Seguramente se detuvieron en comparaciones mediocres, dejaron que su corazón olvidara el propósito de las enseñanzas del Maestro; repararon seguramente en quién vio a Jesús primero, quién pasa más tiempo cerca de él, quien lleva más tiempo de comunidad, quien tiene o le dan las tareas más importantes, quien consigue más seguidores, quien junta más ofertas, quien predica mejor, quien tiene más dones extraordinarios etc. Seguro que es nuestra misma historia. Creamos una gran lista, que ocultamos en nuestro interior y desde allí, una que otra vez, desviamos nuestra mirada de Cristo.
Pero la lección dada por el Señor fue muy clara: quien quiera ser el primero, que sea el que se preocupa primero por el bien del otro, aquel que ayuda quien está en dificultades, aquel que alimenta al hambriento, que pone ropa en el desnudo, que visita al que está en la cárcel etc... Ese es el primero en el Reino de los Cielos, y nosotros debemos buscar este lugar porque este lugar nos garantiza que hemos cumplido y merecemos la vida eterna.
Nuestra vocación se hace en el camino, y vosotras mas que cualquiera, entendéis que el camino es de negación, de ocultamiento… el servicio que pasa desapercibido, pero que es fundamental.
Ni el cristiano, ni la Iglesia pueden seguir las modas o los criterios del mundo. El criterio único, definitivo e ineludible es Cristo. No es Jesús quien se ha de adaptar al mundo en el que vivimos; somos nosotros quienes hemos de transformar nuestras vidas en Jesús.
Cuando nuestra sociedad secularizada pide ciertos cambios o licencias a los cristianos y a la Iglesia, simplemente nos está pidiendo que nos alejemos de Dios. El cristiano tiene que mantenerse fiel a Cristo y a su mensaje. Dice san Ireneo: «Dios no tiene necesidad de nada; pero el hombre tiene necesidad de estar en comunión con Dios. Y la gloria del hombre está en perseverar y mantenerse en el servicio de Dios».
Hermanas, en este lugar donde tanta gente acude en esa búsqueda “aguas tranquilas”, la invitación que os hago desde mi novedad sacerdotal es que ¡Seamos valientes y proclamemos sin miedo a Cristo resucitado, luz y alegría de los cristianos! Con nuestro testimonio. ¡Dejemos que el Espíritu Santo nos transforme para ser capaces de comunicar esto al mundo!
Démonos unos segundos para agradecer, con la antífona del salmo “Aclama al Señor tierra entera” por Jesús al Padre, quien nos llama y nos espera en la eucaristía.
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