CELEBREMOS A SAN JOSÉ OBRERO Y NUESTRA MADRE MARÍA
Hoy en una sola celebración recordamos dos momentos devocionalmente significativos para nuestra vida de fe: la memoria de San José obrero y el comienzo del mes tradicionalmente dedicado a la Virgen María.
Las dos celebraciones tienen un elemento en común: ambos han aceptado, por dos caminos diferentes, entrar en una mutua comunión de amor después de responder “sí” a una vocación, a una llamada de Dios que resultó ser todo menos simple desde el plano humano, es decir, la de ser padres del Mesías, del Hijo de Dios Hecho hombre.
La memoria de San José Obrero está vinculada al Día del Trabajo, que en todo el mundo se celebra desde 1889 cuando se estableció; la Iglesia Católica pensó en entrar dentro de las dinámicas del trabajo dando fuerza a los grandes movimientos obreros. El papa Pío XII, el 1 de mayo de 1955, decidió poner a los trabajadores de todo el mundo bajo la protección paterna del santo Carpintero de Nazaret, ya venerado como Patrono de la Iglesia Universal, poniendo los problemas de los trabajadores y confiándolas por un lado al trabajo de asociaciones e individuos (empresarios y obreros) capaces de humanizar una realidad a menudo marcada solo por el beneficio y las leyes del mercado, y por otro a la intercesión del santo.
Por otro lado, el mes mariano en el mes de mayo, dedicado a ella con oraciones como la recitación del Rosario. De dónde viene la devoción ligada al mes de mayo? Quien la “institucionalizó” fue Pablo VI con la Encíclica “Mense Maio” de 1965, para resaltar el amor de los fieles asociada al renacimiento de la primavera.
¿Dónde está, entonces, el elemento común en el inicio de la devoción mariana del mes de mayo y en el origen de la fiesta de San José trabajador? Está precisamente en esta capacidad de la comunidad de creyentes, de la Iglesia, en asumir las instancias humanas, antropológicas, sociales y espirituales (es decir, todo lo más humano que hay en el corazón del individuo y de la sociedad), hacerlas suyas, reelaborarlas, hacerlas vitales y confiarlas a la poderosa intercesión de Dios y sus santos, en este caso de los dos Santos esposos de Nazaret.
Qué útil sería retomar este concepto de humanización de la fe, en un período como este marcado por el secularismo y la pérdida de las prácticas de fe.
Preocupémonosnde humanizar nuestra religiosidad entrando en los problemas de la vida de las familias tan complejos. Preocupémonos por entrar en las situaciones humanas de fatiga de quienes no podrán llevar a casa un salario adecuado; preocupémonos de confiar todas las ansiedades, preocupaciones e incluso nuestras legítimas esperanzas de estos días a la poderosa intercesión de José y María. Ellos también, vivieron situaciones de dificultad y dolor para sobrevivir.
Que Maria en su mes, y San José en su memoria nos scompañen y guíen siempre para llegar al Señor.
Javi muchisimas gracias por toda esta informacion tan interesante, es importante como miembro de la iglesia Catolica conocer de donde vienen algunas de nuestras celebrations como lo del mes de mayo dedicado a nuestra madre. Gracias por educarme en mi fe.
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