Podcast, Domingo de Ramos (B). ¡Detente! - !Contempla¡


Hemos llegado finalmente al corazón del cristianismo: ¡La pasión y la muerte... del Dios vivo!

 

Hace cuarenta días salimos del desierto y con el Maestro nos dejamos guiar al Tabor para admirar su belleza; luego a la explanada del templo; también lo escuchamos en conversación con Nicodemo; y hace poco, en compañía de los griegos, que pidieron a Felipe poder verlo.

 

Entramos en la Semana Santa, centro de la vida del cristiano. Acompañaremos a Jesús en sus últimos momentos, y aunque nuestra vida siga transcurriendo como de costumbre, estaremos más cerca minuto tras minuto.

 

Sumerjámonos en estos días con él en esa atmósfera de silencio, dolor y traición. Estos serán los días de las preguntas de Jesús: ¿comprenderán finalmente los hombres el Reino? ¿o permanecerá el hijo de Dios entre los muchos crucificados anónimos de la historia? 

 

Detengámonos y admiremos el espectáculo de la cruz, como la llama Lucas, el espectáculo del amor.

 

Para empezar, ante nuestros ojos, son muchas las contradicciones presentes: La multitud que recibe a Jesús de manera triunfal y entusiasta, gritando " Hosanna al hijo de David " sosteniendo ramas de olivo, es la misma que unos días después gritará “¡crucifícale!". Pedro que dice estar dispuesto a dar su vida por el Señor, se derrumbará y le negará ante la pregunta de un simple criado. ¿Y los discípulos? Llevan tres años con él día y noche, pero en el momento más doloroso para el maestro se quedan dormidos o huyen. Sin mencionar a Judas... uno de los doce.

 

Nosotros también estamos aquí, con nuestras luces y sombras. Somos los discípulos que eligen estar de su lado pero que a veces, en el mejor momento, huimos, traicionamos y tal vez, de acuerdo con el Pilato de turno, crucificamos a Jesús “fuera de Jerusalén”, es decir, lo sacamos de nuestra existencia. 

 

Sólo si aceptamos esta contradicción podremos vivir bien la Pascua, porque la celebración de la Semana Santa es la celebración de un gran fracaso, que se convirtió en la gran Victoria. Si aceptamos que somos contradictorios, entonces podremos decir de qué lado queremos estar. ¡Ésta fue la historia de los discípulos, y es la historia de cada discípulo!

 

El evangelio de Marcos, leido para este ciclo B, que conserva prácticamente al pie de la letra la primitiva historia de la Pasión tan amada por la primera comunidad de Jerusalén, nos acercará al misterio. Esta era una historia muy querida por los cristianos de la primera generación y a menudo se leía en las asambleas porque querían enfrentarse a la contemplación del verdadero rostro de Dios revelado en el Calvario, por amor.

 

Marcos, a diferencia de los otros evangelistas, destaca las reacciones muy humanas de Jesús ante la muerte que le espera. Lo presenta asustado, aterrorizado. Sólo él observa que Jesús, en el huerto de los olivos, al darse cuenta de que lo buscaban para matarlo, dice: "comenzó a sentir gran miedo y angustia". En la historia de Marcos, Jesús no dice una palabra cuando Judas lo besa, o de alguna reacción cuando es apresado por la guardia. En este relato de la pasión, Jesús siempre guarda silencio. A las autoridades religiosas que le preguntan si es el mesías, y a Pilato que quiere saber si es rey, responde simplemente: "Sí, lo soy". Para Marcos es el cumplimiento de las Escrituras!.

 

Marcos señala con detalle dos personajes que no son comunes: El primero es el joven presente en el momento de la detención, al que "se le cayó la sábana y salió corriendo desnudo". ¿Por qué incluir este detalle? Pero sobre todo ¿quién es ese chico? La tradición lo ha identificado con el propio Marcos, pero el detalle de la sábana está lleno de profecía. ¿Qué deja este joven en manos de los guardias? ¡El sudario! Es la imagen de lo que le está pasando a Jesús, a Jesús lo han capturado, pero ¿qué dejará junto a los guardias? Una sábana, no su persona.

 

El segundo personaje es el centurión. Todo el Evangelio de Marcos gira en torno a una pregunta: ¿Quién es Jesús? ¡Aquí finalmente está la respuesta! Pero esta profesión de fe está en labios de un extranjero, de un pagano, no en los de un discípulo. "Verdaderamente este era hijo de Dios". La confesión del centurión debe ser la culminación de nuestra fe. Esta comienza cuando sabemos reconocer al Hijo de Dios en el rostro de Jesús crucificado.

 

Os propongo dos actitudes en esta Semana Santa:

-Sentémonos y admiremos estos actos tomándonos un tiempo. Durante la Semana Santa se nos pide que nos detengamos y contemplemos. ¡En Cuaresma fuimos los protagonistas (oraciones, sacrificios, penitencias), esta semana el protagonista es Él! ¡En Cuaresma nos preguntamos qué podíamos hacer por Dios, esta semana contemplamos con asombro lo que Dios ha hecho por nosotros!

 

- Intentemos ver si estamos viviendo con Jesús la pasión. Quizás este año alguien se reconozca en los apóstoles temerosos, en Judas o Pedro, en el centurión, en las mujeres bajo la cruz... Detengámonos a contemplar en silencio y a encontrarnos todos aquí.

 

Una última advertencia: si nos acercamos a la Semana Santa para "comprender", se nos escapará inútilmente. Si queremos que impacte nuestra existencia, debemos permitir que se escriba en nuestro cuerpo. Hemos sido amados con el cuerpo, y con el cuerpo debemos amar.

 

¿La buena noticia este domingo? Cada uno de nosotros, sólo a partir de nuestros propios fracasos, podemos experimentar la alegría de la victoria de la vida sobre la muerte.

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