Podcast, Dom IV de Adviento "Puerta del Evangelio"

IV Dom Adv


La liturgia del cuarto domingo de Adviento, que este año cae el día inmediatamente anterior a la Navidad, está dedicado a nuestra madre, la Virgen Santísima y nos invita a reflexionar sobre varios detalles de la actitud de Dios hacia María: 

 

«Alégrate". Es el saludo hecho por el ángel Gabriel, pero también invitación al gozo porque el anuncio de la venida del Mesías, la promesa pregonada por los profetas llega a su cumplimiento. ¡Alégrate!, dice el ángel, y estalla la vitalidad del Espíritu Santo, y en María brota el Fiat, el sí.

 

Otro aspecto a subrayar es el regalo hecho a María: 

“Llena de gracia”. Dios la invita a alegrarse porque hay un don para ella: la gracia…, esta es fruto de su elección como Madre del salvador, un regalo gratuito a su humildad. Ella abrió completamente su corazón a la obra de Dios.

 

Cuando nos piden que colaboremos en algo que no conocemos bien o que no nos parece concreto, difícilmente aceptamos. Al resistirnos, obstruimos nuestra disponibilidad.

 

Estar disponible no significa simplemente ayudar, sino aceptar una tarea o solicitud y hacer que con el compromiso eso se haga realidad. Mientras que la ayuda requiere un tiempo finito, la disponibilidad requiere un compromiso continuo y constante que no se agota con lograr al objetivo.

 

La grandeza de María está en haber confiado en algo que hoy nos puede parecer absurdo, pero también por haber llevado adelante su misión. El compromiso de María no fue sólo dar a luz a Jesús, sino cuidarlo. Al igual que José: él no sólo se casó con María obedeciendo a Dios, sino que se preocupó de que Jesús creciera y cumplirá su misión.

 

Cuando sentimos que Dios a través de un sacerdote, o en la oración nos pide disposición a colaborar con Él, no debemos temer decir que sí aunque nos consideremos poco cualificados e incapaces, debemos pensar que lo está haciendo principalmente por nuestra propia alegría y por la alegría de los demás. Recordemos cómo el ángel dijo a María “el Señor está contigo”, así también él está con nosotros.

 

No debemos temer cuando Dios nos pida que colaboremos, porque es una forma de decirnos: “yo estoy cerca de ti y tú conmigo puedes todo, y juntos podemos dar alegría al mundo”.

 

Pronto es Navidad: recuperemos el silencio, recemos junto al Belén, seamos solidarios y demos alegría a quien lo necesite. Con estas actitudes la Navidad florecerá en nuestros corazones y experimentaremos también el gozo y la alegría, vividos por María. 

 

Inclinémonos como el ángel ante la elegida, para que Ella, que es la puerta del evangelio, nos ayude a acoger al Hijo que nace. 

 

Feliz navidad 

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