Sigue en camino. Meditación para la semana XXVI del T.O.
La página del Evangelio nos hace comprender cuán real es el peligro que supone también para nosotros participar en las celebraciones y actividades litúrgicas de la Iglesia con aparente docilidad, pero sin llegar a ser verdaderos cristianos en la vida real. He aquí la invitación a vivir el "sí, sí" y el "no, no" de cada día de manera coherente y evangélica.
Lunes
Lee el pasaje del Evangelio y pregúntate: ¿siento que la invitación a trabajar en la Iglesia también está dirigida a mí? ¿Estoy dispuest@ a escuchar la voz del Señor que me pide una mano? ¿A qué me siento llamad@?
Martes
Lee el pasaje del Evangelio y pregúntate: ¿mi respuesta al Señor es convencida y generosa? ¿Llevo algunas dificultades en mi corazón que han limitado mi generosidad? ¿Soy sincer@ ante las peticiones que Dios me hace?
Miércoles
Lee el pasaje del Evangelio y pregúntate: ¿vivo mi generosidad con valentía? ¿Soy insegur@, inconstante, a veces inconsistente con mi compromiso con el Evangelio? Si tomo un camino equivocado, cuando me doy cuenta, ¿me comprometo de todo corazón a corregirlo?
Jueves
Lee el pasaje del Evangelio y pregúntate: Qué siento que Dios me llama a hacer? Al discernir el plan que Dios tiene para mí, ¿me dejo ayudar por un guía espiritual, por un confesor?
Viernes
Lee el pasaje del Evangelio y pregúntate: ¿Tengo cuidado de animar a que otros se enamoren del Señor con mi testimonio? ¿Ayudo a todos, especialmente a los pecadores y a los que están lejos, a acercarse al amor del Señor?
Sábado
Prepárate en este día para escuchar el nuevo pasaje del Evangelio y pide ya al Señor Jesús que ilumine tu vida y te apoye en cada paso de tu camino.
SERVIR
Es hora de ponerse en movimiento, de actuar como consecuencia de lo que has escuchado, de dar los frutos del Evangelio en tu vida.
En tus momentos de oración personal de esta semana, no olvides presentar al Señor a todas las personas que viven lejos de él, también a causa de nuestros pecados y los de ellos. Invoca sobre todo el amor de Dios y la fuerza de su perdón.
¡Reflexiona, ora y da gracias!
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