Domingo XIII del T.O. Ser digno de Él

               
               Ser digno de Él

"El que ama al padre o a la madre, al hijo o a la hija más que a mí, no es digno de mí". De todo lo escuchado en la Palabra de Dios, esta suele ser la frase que inmediatamente nos llama la atención por su cruda originalidad. Mirando cuidadosamente el tema de todo el Evangelio de hoy, el centro lo encontramos exactamente aquí: "ser dignos de él".

Centrémonos en una palabra que se repite tres veces: digno. Jesús insiste en: "no es digno de mí". Entonces viene a nuestra mente ¿Quién podría ser digno de ti, Señor? 

Para comprender el significado de la Palabra de Jesús, debemos hacer un pequeño esfuerzo lingüístico. Nosotros consideramos el "no ser digno de mí" como si quisiéramos poner una diferencia de superioridad entre yo y el otro. 

Pero el lenguaje del evangelio indica que nuestra elección por Jesús debe estar entre los valores más altos, como el amor a los padres o de estos a los hijos... es decir, encontrar la equivalencia de esta elección y hacerla prioridad.

Así, entonces la frase de Jesús puede ser releída de esta manera: "Teniendo en cuenta los valores mas profundos, encontraréis en mí un amor incluso mayor; si no, significa que no te has comprometido conmigo desde lo profundo de tu corazón". 

Incluso amando humanamente sentimos lo hermoso que es  corresponder al amor del otro. Esta es una regla que tenemos en nuestros corazones, y por ello podemos intuir la plenitud de la Palabra de Jesús, él que fue un apasionado amante de la humanidad. No se trata de ser dignos ante él, porque sabemos que no lo somos, sino, con su ayuda, contrarrestar lo que Jesús ya ha hecho por mí y está haciendo por mí. Entramos en el universo del amor, donde todos nos movemos más a gusto.

Nuestra relación práctica con Jesús, es responder al amor. pero puede haber una religiosidad cristiana que esté lejos de esta verdad.. Podemos tener excelentes hábitos cristianos, tener nuestras propias prácticas religiosas, incluso tener una predisposición natural a lo espiritual; pero todo esto no es todavía corresponder al amor si no acojo vitalmente al Señor.

Algunos podrían decir que la vida se compone de muchas otras cosas. Es cierto, pero debemos aprender a distinguir, no a separar, e ir a lo esencial, porque el cristianismo permanece vivo gracias a palabras como las que estamos meditando. Aquí no se quita ni se sacrifica el amor del ser humano, sino que se añade un "MÁS". Es como si nos dijera Jesús: ¿Sabes lo hermoso que es dar y recibir amor? ¿lo importante que son los afectos de tus seres queridos para sentirte bien? bueno, YO puedo ofrecerte algo aún más hermoso.

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