XVI DOMINGO DEL T.O. Regalos de Dios
“En una ciudad abrieron una nueva tienda. Le pusieron de nombre: REGALOS DE DIOS.
Entré en la tienda y un ángel atendía a los clientes.
En las estanterías había frascos de amor, de fe, de salvación, de todo.. Le dije al ángel:
- ¿Cuánto valen esos frascos?
- “Nada, son gratis. Los dones de Dios son todos gratis”... Y le dije:
- Dame, por favor, bastante amor de Dios, perdón de Dios, una bolsa de esperanza, un frasco de fe y una caja de salvación.
El ángel entró a la trastienda del almacén, y salió con una cajita diminuta. Le dije:
-“¿Eso es todo?” El ángel me explicó:
- Ahí está todo. Dios no da nunca frutos maduros. Él sólo da pequeñas semillas que cada cual tiene la obligación de cultivar”. Félix Jiménez, escolapio.
Dios siembra su semilla; pero el misterio de crecer es nuestra tarea, nuestra responsabilidad, por supuesto, contando siempre con su ayuda amorosa. Las lecturas de hoy nos hablan precisamente de esta acción de Dios como escuchamos.
El pueblo en el que vivió Jesús no esperaba un reino semejante a una semilla, no; esperaba algo más espectacular: la imposición del Dios sobre el reinado del mal...
Jesús tuvo que enseñarles a captar la presencia de Dios otra manera. Se sirvió de una escena que pudo contemplar desde niño seguramente en el patio de su casa: su madre y las demás mujeres se levantaban temprano, la víspera del sábado, a elaborar el pan para toda la semana... A Jesús esta acción le sugería cómo Dios actúa maternalmente introduciendo su «levadura» en el mundo. Y lo expuso en la primera parábola “Con el reino de Dios sucede como con la «levadura» que una mujer «esconde» en la masa de harina para que «todo» quede fermentado”. Así es la forma de actuar de Dios. No viene a imponer desde fuera su poder, sino a trasformar desde dentro la vida de cada uno, de manera callada y oculta. Y así hemos de actuar quienes colaboramos en su proyecto: como «levadura» que introduce en el mundo su verdad, su justicia y su amor de manera humilde, pero con fuerza trasformadora.
Y con la segunda parábola, la del trigo y la cizaña, nos enseña, que no será fácil; la cizaña de pequeña es semejante al trigo y es difícil distinguirla e incluso cuando crecen están tan juntas que es imposible separarlas con facilidad, pero la separación es necesaria.
Los seguidores de Jesús no podemos presentamos en esta sociedad como «desde fuera» tratando de imponemos para dominar y controlar a quienes no piensan como nosotros. No es ésa la forma de abrir camino al reino de Dios. Hemos de vivir «dentro» de la sociedad, compartiendo las incertidumbres, crisis y contradicciones del mundo actual, y aportando nuestra vida como semilla regada y madurada por el evangelio. Lo que necesita la Iglesia no es más poder social o político, sino más humildad para dejarse trasformar por Jesús y poder ser fermento de un mundo más humano.
Hoy, que el papa Francisco nos invita a celebrar la III jornada mundial de los abuelos y de los mayores, con el lema “su misericordia se extiende de generación en generación” (Lc 1,50), recordando el encuentro entre la joven María e Isabel, su parienta mayor, agradezcamos las vidas de nuestro familiares, de vosotros amigos y conocidos que os encontráis en esta etapa de la vida, vosotros sois la planta hecha, que un día también broto de de una semilla; hoy recibimos los frutos de vuestra entrega y confianza en el Señor, los que a lo largo de vuestra vida supisteis cuidar y multiplicar…
Terminemos con el final del saludo que el Papa os envía en su discurso para este día: “Queridos abuelos, queridos hermanos y hermanas mayores, que la bendición del abrazo entre María e Isabel los alcance, y colme de paz vuestros corazones. Los bendigo con afecto”. Francisco.
Comentarios
Publicar un comentario