“ En una ciudad abrieron una nueva tienda. Le pusieron de nombre: REGALOS DE DIOS. Entré en la tienda y un ángel atendía a los clientes. En las estanterías había frascos de amor, de fe, de salvación, de todo.. Le dije al ángel: - ¿Cuánto valen esos frascos? - “Nada, son gratis. Los dones de Dios son todos gratis”... Y le dije: - Dame, por favor, bastante amor de Dios, perdón de Dios, una bolsa de esperanza, un frasco de fe y una caja de salvación. El ángel entró a la trastienda del almacén, y salió con una cajita diminuta. Le dije: -“¿Eso es todo?” El ángel me explicó: - Ahí está todo. Dios no da nunca frutos maduros. Él sólo da pequeñas semillas que cada cual tiene la obligación de cultivar”. Félix Jiménez, escolapio. Dios siembra su semilla; pero el misterio de crecer es nuestra tarea, nuestra responsabilidad, por supuesto, contando siempre con su ayuda amorosa. Las lecturas de hoy nos hablan precisamente de esta acción de Dios como escuchamos. El puebl...