XIV Domingo del T.O. - El corazón mas hermoso
¿Cuál es el corazón más hermoso?
Un día, un joven mostró su corazón, presumiendo de tener el corazón más sano y hermoso de todos. Pero un anciano se presentó gritando que su corazón era más hermoso que el del joven. El joven le dijo: Déjese de bromas. Su corazón es un montón de cicatrices, heridas y huecos. Le respondió el anciano: -“Es cierto. Pero mira: las cicatrices y huecos son porque arranqué trocitos de mi corazón para dárselos a las personas amadas y a quienes no me ofrecían nada. Son consecuencias del amor. ¿Comprendes ahora por qué mi corazón es más hermoso?” El joven calló, arrancó un trocito de su corazón y se lo ofreció al anciano. Éste lo colocó en su corazón y le dio un trozo del suyo al joven. El joven vio que su corazón ya no era tan perfecto, pero lucía más hermoso que antes, porque el amor del anciano se reflejaba en él.
Félix Jiménez, escolapio.
Lo más bello es el amor, el respeto, el cariño, la dedicación a los demás. Esto es algo que muchos no entienden. Por eso Jesús dice: Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla.”
¿Por qué prefiere Dios mostrarlas a los sencillos?
A menudo “los sabios y entendidos” son orgullosos, auto-suficientes y poco receptivos a lo nuevo e inesperado. Tienen mucha cabeza, pero poco corazón. En cambio, generalmente los humildes y sencillos tienen un gran corazón. Jesús vio que muchos de los que estaban en altos puestos lo rechazaron, pero la gente común – incluyendo a los recaudadores de impuestos y los pecadores – acudían a él.
Dios se da “a quien el Hijo se lo quiera revelar.” Esto no se consigue a base de méritos ni de inteligencia. Él es un regalo de gracia increíble… por ejemplo, los ‘niños’ no tienen ninguna pretensión de sabiduría, no están llenos de autosuficiencia y así están listos para recibir a Dios.
El plan de Dios es estar con los pobres de espíritu, los que sufren, los débiles, los que buscan ser justos, los pequeños… es el deseo de las Bienaventuranzas. Pero también hizo excepciones, no excluyó a nadie, y varios ricos estuvieron con Él.
Nicodemo, un fariseo que se acercó a Jesús de noche para hablar con Él.
José de Arimatea, un hombre rico, que asistió al cuidado de su cuerpo después de la crucifixión y proveyó un lugar de entierro para Él.
Gamaliel, un fariseo, que aconsejó al Sanedrín que tuvieran cuidado al sentenciar contra los discípulos de Jesús, pues podían encontrarse en conflicto con la voluntad de Dios.
Saulo de Tarso, un fariseo que se convirtió en un gran apóstol y misionero cristiano.
¿Por qué actúa Jesús así?
Jesús imita, muestra a su Padre, con el cual se siente muy unido. Él dice: -“Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”. Por eso Él nos aconseja: -“Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les aliviaré.”
¿Cuándo es mejor ir al Señor?
En cualquier momento. De nosotros depende el buscarlo; conviene salir de nuestras actividades ordinarias y darle tiempo a Dios. Lo más importante es ese contacto constante con Él. No conviene dejar pasar un solo día sin estar junto a Él en íntima oración. Esto es vital. Puede ser un rato tranquilo consultándole un problema o una decisión que hay que tomar. Si no hay una urgencia especial, recorrer algún pasaje del evangelio, de las Cartas de S. Pablo. En ese tiempo es recomendable hacer estas cosas: darle gracias, pedir luz para discernir, nos proponemos enmendar nuestras fallas.
Y Jesús nos sigue aconsejando: -”Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán su descanso”. ¿qué debemos entender por un yugo? Un yugo generalmente conecta a dos bueyes para que trabajen como equipo. Cuando Jesús nos invita a llevar su yugo y a aprender de él, es como si nos estuviera dando acceso a los mejores equipos y al mejor entrenamiento para el juego de la vida. Nos invita a unirnos a él en su arreo, a darle la oportunidad de enseñarnos cómo se debe hacer en los momentos difíciles. Jesús no es solamente un maestro que me pone tareas, sino un amigo que me ayuda a hacerlas. Podemos descansar en Él. No nos ofrece salir antes del trabajo, sino que nos ofrece energía, visión, y propósito para quienes estamos siempre inquietos, siempre buscando y deseando nuevas aventuras. Y Jesús nos asegura: “Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera”. Porque esa carga es el amor.
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