¿Cuáles son las señales?
https://drive.google.com/file/d/17UTqy8b4hMUg2h6Ze6gHB6ue87Ao5OGq/view?usp=sharing
El Teólogo Von Rad escribe: “El templo era el lugar donde Yahvé hablaba a Israel, donde perdonaba sus pecados y se hacía presente. La actitud que se adoptaba frente al templo reflejaba la actitud que se tomaba a favor o en contra de Yahvé”. Todos los habitantes de Judea y de Galilea apreciaban el templo de Jerusalén, que lo reconocían como lugar de encuentro con el único Dios de Israel y a menudo lo identificaban con el mismo Dios. Allí se celebraban las principales fiestas judías y era continuamente destino de peregrinaciones y visitas individuales para la oración y los sacrificios. Incluso Jesús fue ya desde niño con sus padres y luego entró muchas veces con sus discípulos. Por eso, la profecía sobre el fin del gran lugar de culto que admiraba su pueblo, no pudo sino despertar consternación. Anunció, que del templo, no quedaría piedra sobre piedra, que sería destruido ... esto se cumpliría en el año 70 d.C. cuando las tropas romanas saquean Jerusalén causando muerte y destrucción.
La profecía inquietó a los espectadores de Jesús que preguntan por las señales que acompañarán este acontecimiento. Y aquí Jesús usa mucha discreción, de hecho les advierte diciéndoles cuáles NO serán las señales del final catastrófico del que habló. Él les anunció que habrá guerras, terremotos, desastres naturales que también vendrán del cielo; impostores y falsos profetas; persecuciones, traiciones que provendrán incluso de las familias o de las amistades más íntimas; pero con todo, esto NO será el final.
Esta profecía se refirió a un evento que tuvo lugar en la época pasada, sin embargo, el pasaje evangélico también se puede aplicar a nuestra expectativa del final de los tiempos, cuando el Señor regrese en su gloria. Aquí rige la misma recomendación de Jesús de no dejarse engañar por eventos sísmicos o pandemias (como sucedió ahora mismo) o por falsos e ilusorios profetas…
Si tuviésemos certeza de la fecha exacta del final, quizás nos animaríamos a vivir cada día el espíritu de las bienaventuranzas que nos acercan al encuentro con Dios en esta vida presente, pero NO garantizaría que actuáramos adecuadamente frente a todos los males con los que hemos envenenado el mundo, porque nuestras acciones estarían más inspiradas por la duda y el desaliento que por la virtud y el gozo de encontrar a Dios.
Mejor no preguntarnos cuándo puede ser el desenlace final de nuestra historia, y esperarlo con confianza y esperanza como sugiere Jesús en el pasaje de hoy, ejerciendo la perseverancia en la lucha contra el mal y en sobrellevar las desgracias, sean éstas propiciadas por el hombre o sean parte de la naturaleza; la injusticia, la opresión, la beligerancia, los hechos calamitosos y destructivos, son hechos que en todo caso forman parte de la realización de nuestra historia, cuya manifestación estamos obligados a sobrellevar…
Es necesario perseverar hasta el fin para obtener la salvación, no dejarse distraer por falsos atajos de realización, sino ejercer con constancia la batalla de la fe para ganar la corona de gloria. Lo que nos hace humanos es la conciencia del límite de la muerte, que es una invitación a hacer ilimitado el mundo en cuanto a nuestra duración en el presente. Cuando Don Bosco preguntó al joven Domingo Savio, mientras jugaba, qué habría hecho si hubiera sabido que llego el fin del mundo, él respondió: "Seguiría jugando". Así estemos dispuestos, en cualquier momento, a cumplir la voluntad de Dios según nuestra vocación particular. Sin nada que temer.
Concluimos orando: "Señor Jesús, tú eres el dueño de la vida, nos la das para ofrecernos algo mejor, ayúdanos a caminar en esta fe hasta que nos llames a tu Reino. Amén".
Comentarios
Publicar un comentario