Entonces, la santidad no es para unos pocos predestinados ...


Hoy la liturgia nos invita a celebrar una fiesta muy grande, la de todos los santos.  San Juan en la primera lectura, habla de la multitud de santos que lavaban sus vestiduras en la sangre del Cordero: eran "una multitud inmensa, que nadie podía contar, de toda nación, tribu, pueblo e idioma"; así, la santidad no es para unos pocos predestinados.


La santidad es para todos los que caminan por la tierra con la mirada puesta en el cielo y en la perspectiva de la vida eterna. Esto debe darnos el coraje para superar las dificultades. Por eso debemos buscar los santos entre nosotros, en la vida cotidiana, entre hombres que viven nuestras mismas experiencias, nuestros problemas, nuestros trabajos, pero que logran hacer brotar de ellos las esperanzas de un mundo diferente, fiel al Evangelio de Jesús.

El Papa Francisco nos ayuda a llamarlos y sentirlos como los santos de la puerta de al lado, diciendo en su Exhortación Apostólica Gaudete y Exultate: “Me gusta ver la santidad en el paciente pueblo de Dios: en los padres que crían a sus hijos con tanto amor, en los hombres y mujeres, en las mujeres que trabajan para llevar el pan a casa, en los enfermos, en los religiosos ancianos que siguen sonriendo... En esta constancia de ir adelante día tras día veo la santidad de la Iglesia militante. santidad "al lado", de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, "la clase media de la santidad" (GE 7).La santidad es el rostro más hermoso de la Iglesia Católica. 

Por tanto, santos de la vida cotidiana, ocultos, invisibles, hombres y mujeres enamorados de la vida y de Dios, son hermanos y hermanas que han dado carne y pasión a las bienaventuranzas de Jesús, mientras que los santos del calendario son para nosotros referencias de estilos de vida que nos hacen comprender cómo es posible vivir estas "Bienaventuranzas" que el mismo Jesús nos recuerda en el evangelio de hoy. 

La santidad no es una utopía, sino un proyecto que el Señor nos propone: bienaventurados los hombres libres de la esclavitud del dinero y de las cosas, que anteponen la justicia a sus bienes e intereses, los que saben ser solidarios con el sufrimiento, los que son capaces de perdonar, que saben ser fieles a su conciencia, aun cuando esto suponga el riesgo de ser objeto de burla, de lástima, de marginación.

Hoy todos estamos llamados a la santidad, en la vida ordinaria de cada día, en el trabajo, en la familia, en la sociedad y en la comunidad en la que vivimos y damos gracias al Señor por todas las personas "santas", que, como nos recuerda el Apocalipsis, hay muchos. 





 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Podcast Dom V de Cuaresma (B) La ley de la vida

Podcast. Dom I de Cuaresma. El amor orienta el camino

Dom XXV del T.O. La pedagogía de lo profundo