Puestos en camino... DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO

 https://drive.google.com/file/d/1M7VRr6l7P_L-bvIiFjXUf4k05W6pDrVI/view?usp=sharing


En el envío que hoy nos hace el Señor, no esperemos cosas especiales. El creyente, discípulo de Jesús, vive en la calle, vive en los hogares, vive en la historia de cada día y en la historia de la humanidad. Lo que le distingue, lo que hace la "diferencia cristiana", brota de su corazón y se manifiesta en las actitudes sencillas de lo cotidiano.

Hoy, 14º domingo del tiempo ordinario, la Palabra nos habla de la misión de los setenta y dos, enviados por Jesús de dos en dos para anunciar el Evangelio. Es hermoso ser misionero, y todos estamos llamados a serlo, pero para serlo, para ser enviados a anunciar la Palabra, ¡primero hay que haberla escuchado! Hecha esta premisa fundamental, destaquemos dos aspectos del Evangelio.

El Señor envía al anuncio no uno, sino de dos en dos. Un signo de comunión. ¡La capacidad de saber estar juntos, incluso en la diversidad, surge del hecho de haber experimentado la resurrección de Jesús! Tomás, por ejemplo, no estuvo presente en la primera aparición de Jesús Resucitado a los discípulos, no estaba con la comunidad. Sólo cuando regresa a ese Cenáculo, junto con los demás apóstoles, experimenta al Señor Resucitado. La Palabra, por tanto, nos llama a la comunión. Es el Señor quien fundó la iglesia, es Él quien ha llamado a personas completamente diferentes a estar juntas. Así que no nos hagamos ilusiones; quien siempre trata de vivir una fe privada, quien siempre busca excusas, quien siempre trata de encontrar motivos para acusar a los hermanos y hermanas de la comunidad, ¡no se ha encontrado con el Señor Resucitado!

Otro aspecto que destaca el Evangelio, en este ir de los discípulos sin traer nada para el camino, fortalecidos sólo por la Palabra de Jesús, no se hace preferencias de personas en el anuncio del Evangelio. Están llamados a tocar en los hogares, en el corazón de todas aquellas gentes que encontrarán en el camino, aunque esto pueda llevar al rechazo. Pero la tragedia no es que los discípulos experimenten rechazo, sino que Jesús no es aceptado. ¡Tanta gente está buscando la paz, pero lo extraño es que cuando se anuncia, a menudo se rechaza! “Decir no a Jesús, a su amor, a su gracia, a su Evangelio, es la verdadera tragedia”. Incluso, es más trágico que estar en pecado porque uno sale del pecado solo con la ayuda de Dios.  

La sanación más profunda que han venido a traer los discípulos es la sanación del alma y está unida a la acogida de la Palabra de Jesús que han sido llamados a anunciar. Pensemos en una persona que encuentra a Dios a partir de una enfermedad, ¡a cuántas personas le ha pasado! Por supuesto, esto no sucede necesariamente, porque uno se abre o no se abre a Dios. Pero sí resulta más fácil hablar con las personas porque después de una enfermedad se vuelven más receptivas, más dispuestas a relacionarse con Dios. 

Preguntémonos, pues, cada vez que queremos convertimos en discípulos de la paz … ¿qué anunciamos? ¿decimos palabras humanas o la Palabra de Jesús?; ¿nos llevamos a nosotros mismos o llevamos a Jesús? Y mas aún, preguntémonos si hemos acogido a Jesús en nuestra vida mostrando sus signos: saber estar con los demás, ser testigos de su Palabra, mostrar que, a pesar de nuestras fragilidades, nuestras dificultades, ¡tenemos esa paz que solo Jesús puede dar! ¡Porque ciertamente no seríamos creíbles en nuestro anuncio de paz si no fuéramos los primeros en acoger esta paz!

Comentarios

Entradas populares de este blog

Podcast Dom V de Cuaresma (B) La ley de la vida

Podcast. Dom I de Cuaresma. El amor orienta el camino

Dom XXV del T.O. La pedagogía de lo profundo