SIGNOS DEL AMOR - DOMINGO DE LA SANTISIMA TRINIDAD
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¿Te ha pasado que cuando vas de excursión a la montaña y llegas al punto de inicio del camino que lleva a la cima, no te das cuenta del tamaño y la altura precisamente porque está demasiado cerca... Pero cuando en cambio, vienes de vuelta, y vuelves a observarla, y ves todo su perfil, disfrutas plenamente de la experiencia que tuviste cuando estabas en camino y llegaste a la cima, y te regocijas, estás feliz a pesar de todo, porque has logrado una hazaña inmensa?. Algo similar les sucedió también a los discípulos de Jesús; mientras estuvieron con Él, no comprendieron la fuerza y el significado de lo que experimentaban. Sin embargo, cuando, después de su muerte, recibieron el don del Espíritu, este don los llevó, con el tiempo, a profundizar en la verdad del misterio y a comprender su significado.
En este pasaje del Evangelio de Juan, Jesús se dirige a sus discípulos con todo el amor de un padre. Sabe que sufrirán cuando él ya no esté con ellos y por eso les habla con cariño: "Aún tengo muchas cosas que deciros, pero por el momento sois incapaces de llevar la carga". En el Evangelio no está escrito cuáles eran las cosas que Jesús todavía tenía que decir...sin embargo, cuando Él subió al Padre, experimentaron que no los había abandonado, una fuerza dentro de ellos los guió hacia la verdad, y esta verdad les enseñaría aquello prometido.
“El Paráclito, el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todo y os recordará todo lo que os he dicho” De hecho, el Espíritu se llama el Paráclito, es decir, el que viene en nuestra ayuda y defensa, que nos cuida, nos protege y nos enseña. Por eso siempre está cerca de nosotros: ¡para enseñarnos todo y recordarnos la obra de Jesús!
¿Alguna vez habéis mirado las vidrieras de la catedral? Desde fuera solo se ve una superficie gris pero, desde dentro, gracias a la luz del sol ¡Qué fiesta de colores! ¿Qué significa esto? Que sin la luz del sol, desde el exterior, no nos damos cuenta de la belleza y grandeza de estas ventanas: la luz, al atravesar las ventanas, debe iluminarlas para comprenderlas. Así fue también para los apóstoles. Una vez que recibieron el Espíritu Santo, sol y luz que iluminó todo lo vivido con Jesús, pudieron ver y comprender la grandeza e importancia de su Ser. Pero hoy también, la Pascua que vivimos hace poco nos recordó el inmenso amor de Jesús y del Padre, y nos dejó la luz que es el Espíritu Santo, para guiarnos a la Verdad.
¿Qué significa que nos guía a la Verdad? Significa que nos ayuda a comprender todo lo que supone su Palabra. !que no solo es leerla y entenderla, ¡mas importante aún es ponerla en práctica! de otra manera, serían solo palabras... ¡y esto no es lo que el Señor quiere! Ellas deben transformarse en vida. Os doy un ejemplo: para ser médico tienes que estudiar mucho. Se leen y estudian muchos libros que contienen muchas palabras útiles para salvar la vida de las personas. Pero si un médico, una vez graduado, se siente satisfecho con saber todo lo que ha estudiado y piensa que ahí acaba su tarea como médico, ¿qué sentido tendría saber tantas cosas sin poner en práctica lo aprendido? ¿Y qué sería de las personas que necesitan ser tratadas? No somos médicos pero, si ponemos en práctica las enseñanzas de Jesús, podemos "curar" a muchas personas que necesitan una sonrisa, una caricia, una ayuda concreta, compañía, amistad...
¡Es el Espíritu que habita en nosotros y que recibimos el día de nuestro Bautismo el que nos ayuda a convertirnos en "otro Jesús", el que nos ayuda a poner en práctica sus palabras! Pidamos hoy en la Fiesta de la Santísima Trinidad que comprendamos que el espejo de muestra vida es el amor “ágape” de Dios.
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