Dom XXVII SOLEMNIDAD DE SAN FROILÁN - DIÓCESIS DE LEÓN
Celebramos con gran alegría la festividad de San Froilán, nuestro querido patrón de León, quien dedicó su vida a Dios y al servicio pastoral. En esta solemnidad, que la liturgia nos permite, ponemos en el centro de la reflexión el pasaje del Evangelio de Marcos, donde Jesús encomienda la misión de ir por todo el mundo y proclamar el Evangelio a toda criatura.
Este mandato es fundamental para nuestra vida como cristianos. Jesús nos envía como mensajeros de la buena noticia, a llevar luz donde hay oscuridad y esperanza donde hay desánimo. San Froilán encarnó este llamado en su vida; dejó su hogar muy joven, y más tarde su soledad monacal para llevar el mensaje de Cristo a las comunidades que necesitaban escuchar y conocer el amor de Dios. Su vida fue un testimonio viviente de la fe activa y comprometida del buen Pastor, que sabe cuidar y guiar; un ejemplo que hoy debemos seguir.
Al reflexionar sobre las palabras del Señor, nos damos cuenta que no se trata solo de una tarea para unos pocos elegidos, sino de un llamado universal. Todos estamos invitados a compartir nuestra fe, cada uno en el contexto y circunstancias en las que vive. A menudo, pensamos que evangelizar es algo que solo pueden hacer los sacerdotes o misioneros, pero cada cristiano, cada uno, en nuestras familias, trabajos, y comunidades parroquiales, podemos ser instrumentos de la gracia de Dios. ¿Cómo? dando testimonio de lo que Dios ha hecho y hace en nuestras vidas.
Esta misión, sin embargo, no está libre de desafíos. San Froilán enfrentó dificultades en su camino; su labor no fue fácil, pero nunca desfalleció su fe ni su esperanza. Él supo ver que, en medio de las tribulaciones, contaba con la ayuda y la guía del Señor. El mismo Evangelio nos recuerda que los que crean estarán acompañados de grandes señales; es decir, que Dios estará presente, y su poder se manifestará es sus fortalezas, pero mucho más en sus vulnerabilidades. ¡Qué consolador es saber que el Señor nos acompaña con su poder!
Sin embargo, no es una invitación a actuar de manera temeraria, sino que nos recuerda la protección divina que acompaña a los enviados, a quienes cumplen con valentía su misión. San Froilán vivió esta misión en su entrega total, confiando en que la voluntad de Dios siempre prevalecerá y a su tiempo dará fruto; Dios le sostuvo.
Como los apóstoles, que fueron enviados a proclamar la resurrección de Jesús, nosotros también debemos salir a contar las maravillas que Dios ha hecho en nuestras vidas. San Froilán, en su amor por Cristo, nos invita hoy a renovar el compromiso de ser discípulos misioneros. ¿Estamos dispuestos a abrir nuestros corazones y nuestras voces para compartir esa fe que nos transforma?
Que, al celebrar a San Froilán, pidamos su intercesión y que su ejemplo nos inspire a vivir nuestra vocación como verdaderos misioneros del amor de Dios. Que seamos, como él, portadores de esperanza y testigos valientes del Evangelio en nuestro mundo y en nuestra diócesis de León.
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