Dom XVI del T.O. Hay que quedarse un rato
En este Domingo XVI del Tiempo Ordinario, Jesús, a través de las acciones de Marta y María, nos muestra las dos dimensiones esenciales de la vida cristiana: la escucha a la Palabra y la acción.
Jesús está en Betania, en casa de Lázaro y sus hermanas, un lugar donde a menudo encuentra acogida y consuelo. Ante este invitado tan importante, vemos dos actitudes diferentes por parte de María y Marta. María, que escucha; y Marta, distraída en los numerosos servicios que realiza. Marta era una de esas mujeres fuertes... una de esas mujeres que saben cómo salir adelante… Y, sin embargo, estaba demasiado ocupada: el trabajo la absorbía. Y no tenía tiempo para estar tranquilamente con Él.
Generalmente, cuando tenemos invitados importantes en casa, preparamos la casa, una mesa bien puesta, un mantel bonito, buenos platos y copas, buena comida; pero la mejor bienvenida que se da a un invitado importante es escucharlo cuando habla. ¡Cuántas veces vemos a las mujeres yendo y viniendo en la cocina, levantándose y sentándose continuamente! Diciendo: "¿quieres esto?", "¿te gusta esto?", "¿te gusta aquello?", pero no van más allá. Esta atención es buena, pero no es solo eso lo que debes brindarle, hay que quedarse un rato y estar ahí. Mucho más si es el Señor.
Esta actitud también es común en nuestras comunidades cristianas: a veces superficiales y distraídas, siempre ocupadas en hacer, pero sin preguntarse: ¿sirve a alguien esta iniciativa? ¿da fruto? Cuántos cristianos van a misa el domingo, pero luego están siempre ocupados, hasta el punto de no tener tiempo para sus hijos, ni su familia o para ellos mismos. Es la enfermedad de la "ocupación" dirá el papa Francisco, “que pertenecen al grupo de los "ocupados", que siempre hacen pero nunca escuchan”.
¿Cuántos hombres y mujeres están siempre “ocupados” con tantas cosas que hacer, pero es verdad que luego se pasa de todo? ¿cuántas casas parecen deshabitadas porque están vacías de amor? A mí, ¿qué cosas me distraen de lo importante? ¿qué cosas creo que no puedo evitar hacer, pero que al final no sirven para nada? ¿cuánto tiempo le dedico al Señor? ¿saco tiempo para meditar en el Evangelio del día? ¿y a la oración?
La actitud de las dos hermanas no es opuesta, contemplar y actuar siempre van de la mano, pero primero debemos escuchar y luego actuar. Porque escuchar al Señor siempre conduce a la caridad activa. Debemos dejar que el Evangelio nos lleve, ante todo, de vuelta al silencio y a la escucha de la Palabra. Después, estamos llamados a asumir en la Palabra de Dios en todas las alegrías y las tristezas del pueblo de Dios, reconociendo a Cristo en él.
Comentarios
Publicar un comentario