SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR

El tiempo pascual da los últimos pasos y alcanza su apogeo con el misterio de la Ascensión para luego alcanzar la plenitud con el don del Espíritu Santo en Pentecostés.

Lo decimos en el Credo, a veces quizás un poco distraídos: "subió al cielo y está sentado a la diestra del Padre". Jesús, Hijo de Dios, que se encarnó y entró en nuestra Historia, se sometió a la ignominia de la Cruz, resucitó de la muerte, ahora se eleva a la derecha del Padre. No nos deja solos y pide esperar la próxima venida del Paráclito

Comienza el tiempo de la responsabilidad. Comienza el tiempo de la Iglesia, el tiempo de la misión. Los ángeles son claros: «Hombres de Galilea, ¿por qué estáis mirando al cielo?» La invitación que se nos hace es la de proceder, a la manera de sus enseñanzas, en la misión.

Ahora depende de nosotros anunciar al mundo que Cristo ha muerto y resucitado. Así que, por un lado, llamados a vivir de manera responsable y, por otro, llamados a vivir la perseverancia. No faltan las pruebas y en 2000 años de Iglesia los cristianos lo han entendido de inmediato. Lo demuestra la fila de mártires que han donado su vida por el Evangelio.

Tiempo en el que redescubrir también la unidad entre nosotros. En tiempos, como los que vivimos, que ven guerras en muchas zonas del mundo, donde los tonos entre los hombres son cada vez más altos, tenemos la llamada como cristianos a estar más unidos para mostrar al mundo que la pluralidad es un regalo y que no es un obstáculo. Tiempos en los que el anuncio no puede ser diluido en absoluto, y la credibilidad del mensaje mucho menos. Este es el momento para abandonar todo miedo porque tenemos la garantía de la presencia de Jesús que, en la Última Cena, nos dijo: Estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Lo hace dándonos el Espíritu, como será en unos días, con Pentecostés.

Invoquemos el don del Paráclito; el Espíritu nos ayuda a mantener viva la memoria de Jesús porque precisamente de Él se trata. Tiempo este que tendrá la verificación final; los ángeles dicen: «Este Jesús, que de entre vosotros ha sido tomado en el cielo, vendrá de la misma manera en que lo habéis visto ir al cielo».

Lo decimos también en el Credo, "de allí vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos". No debemos tener miedo. Mateo en su Evangelio viene en ayuda, para decirnos que su juicio se sostendrá sobre el bien hecho entre nosotros. Pequeños gestos con todas las pequeñas y grandes atenciones que hacemos al prójimo. 

La Palabra hoy nos invita a no limitarnos mirando al cielo, sino directamente los caminos que el mismo cielo traza en el mundo. Preparémonos entonces para recibir la armadura, para caminar con apertura, con el don del Espíritu. 


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