DOMINGO DE RAMOS - El amor ofrecido a todos




El Domingo de Ramos nos ofrece la oportunidad de contemplar «el tesoro de la Pasión de nuestro Señor, a cuya meditación todos están invitados para ser alimentados y salvados». Este año nos dejamos guiar por el Evangelio según Lucas, que da un aspecto particularmente “existencial” a los acontecimientos descritos, tocándonos e implicándonos en el “camino de Jesús”, para que cada uno de sus discípulos pueda seguir sus huellas. Un ejemplo es el de Simón de Cirene, de quien Lucas señala que: «le cargaron la cruz para que la llevase detrás de Jesús». Es la expresión que utiliza el evangelista para indicar el compromiso del cristiano, llamado a «llevar su cruz cada día» detrás del Señor. Esa cruz, que a veces cuelga de nuestro cuello atada a una bella cadena, pero que muchas veces no ilumina las decisiones de la vida, no nos dejamos guiar por Jesús y su Palabra, cuando el discípulo es aquel que, cargando con su cruz, se entrega siguiendo a Jesús.


Centrémonos en dos pasajes claves de la Pasión según san Lucas que se ofrecen para nuestra contemplación. 


- El primero se refiere al perdón ofrecido a todos, que abarca toda la vida de Jesús: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Injustamente condenado, masacrado y asesinado, ¿qué suspira el Señor? “Padre, perdónalos.” Y su misericordia es tan inmensa que al «buen ladrón», que se encomienda humildemente al Él, reconociendo su inocencia, Jesús le dice: «hoy estarás conmigo en el paraíso». Intentemos detenernos en ese corazón tan grande y quizás recordemos cuántas veces hemos experimentado la misericordia de Dios en nuestras vidas... Aquí, también nosotros estamos llamados a seguir este «camino» de amor misericordioso, orando por quienes nos hieren, dejando atrás el resentimiento, poniendo en práctica gestos de reconciliación...


- El segundo pasaje son las últimas palabras con las que Jesús concluye su vida terrena: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Se trata de una especie de síntesis de su vida, en la que se abandonó siempre con confianza a la voluntad del Padre, encarnándola con sus opciones de vida concretas. Y así, incluso en el último momento, no hizo más que abandonarse con serenidad y confianza a su Padre, seguro de que no lo abandonaría en la muerte. Jesús nos ofrece así otro ejemplo para seguir su “camino”: vivir confiadamente abandonados al Padre, aceptando su voluntad incluso cuando no es inmediatamente clara, siguiendo su Palabra, amando incluso cuando cueste. En ese “sí” continuo está el secreto del hijo de Dios, que saca su fuerza de esa fuente de amor que es el Padre, hecho por Él capaz de superar incluso las pruebas más grandes, incluida la muerte.


«Al final del relato de la Pasión Lucas hace una nota que a primera vista parece marginal: «Todos sus conocidos y las mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea observaron estos acontecimientos». Del mismo modo, las multitudes convertidas por la cruz de Cristo “pensaban en lo que había sucedido”. María, al inicio del Evangelio de Lucas, es presentada como aquella que «guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón». Para comprender el significado profundo que se esconde bajo la envoltura externa de los hechos de la Pasión de Cristo es necesario observar, repensar, meditar. Es necesario conocer el camino de la contemplación, de la reflexión, del silencio. «Es necesario propiciar el espacio para que la Palabra de Dios penetre en nuestra existencia y florezca allí.

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