DOM XXVIII del T.O. Evangelio sorpresa
A diferencia de lo que muchos creen, a la luz del Evangelio, el dinero y otros bienes materiales no son en sí mismos un mal. Es verdad: pueden derivar de muchas injusticias cometidas para tenerlos; pero también pueden ser fruto de un trabajo honesto y justamente remunerado; son la herramienta para causar daño a los demás, o también para ayudarlos.
Valorar correctamente los bienes materiales que tenemos es el tema del evangelio de hoy. Un hombre, bien dotado de riquezas, pero también de fe y ciertamente deseoso de perfección espiritual, pregunta a Jesús qué debe hacer para tener la vida eterna. "guarda los mandamientos", le responde el Maestro y, cuando el interrogador le declara que ya los cumple, añade: "Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; ¡Luego ven! ¡Sígueme!". La invitación no es aceptada (el episodio continúa diciendo que "él, entristecido por aquella sentencia, se fue afligido, porque tenía muchos bienes") y Jesús dice la famosa frase: "Es más fácil que un camello pase por el "El ojo de una aguja, para que un rico entre en el reino de Dios".
La enseñanza del Evangelio sobre el valor de las riquezas en este episodio debe integrarse con otros para comprender, que quien posee o desea riquezas está invitado a desprenderse de ellas, pero lo que importa más que el desapego real es el desapego emocional. Quienes, a pesar de no tener bienes materiales, están ansiosos y agitados por adquirirlos, y para ello están dispuestos a utilizar cualquier medio, lícito o no, están en las mismas condiciones ante Dios que quienes los tienen y creen poder contar con ellos. Por otro lado, aquellos que poseen bienes en este mundo, y los usan no con fines egoístas sino para ayudar a los necesitados, pueden esperar pasar por el ojo de la aguja y entrar en el reino de Dios.
Además, la riqueza no es un bien primario. Todo el mundo coincide en que la salud es lo más importante: la salud física, se suele dar a entender; pero para un cristiano es aún más importante la salud espiritual, aquella por la que se intenta vivir en armonía con Dios. La Sagrada Escritura identifica aquí la verdadera sabiduría, como recuerda la primera lectura de hoy "Preferí la sabiduría a cetros y tronos, estimé la riqueza como nada comparada con ella... La amé más que la salud y la belleza, la preferí tener a ella antes que la luz, porque el esplendor que de ella proviene no se desvanece… en sus manos hay una riqueza incalculable."
Dónde encontrar la sabiduría lo sugiere la segunda lectura de los Hebreos, con una valiosa descripción de la Sagrada Escritura: "La palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante que una espada de doble filo; penetra hasta el alma y el espíritu, hasta las coyunturas y tuétanos, y discierne los sentimientos y pensamientos del corazón. No hay criatura que pueda esconderse ante ella…”
Cuando se trata de riquezas, no debemos olvidar las intangibles, como la inteligencia y la cultura. Luego hay otro tipo de riqueza inmaterial, la constituida por la autoridad, por el poder; cuánto bien, pero también cuánto daño puede causar a quienes están legítimamente investidos de autoridad: pensemos en la política, el mundo del trabajo, la escuela, etc., pero también el entorno familiar y social como quienes rigen nuestros pueblos. En este sentido, es útil volver a algunas semanas atrás para recordar el ejemplo de Jesús, que no vino para ser servido sino para servir, no para mandar sino para amar.
¿Es posible ser discípulo de Jesús para quien tiene bienes materiales? Por supuesto que si..; cuando estos bienes no ocupan en el corazón el lugar que sólo puede ocupar el amor pleno que Dios nos da y el amor que estamos llamados a dar generosamente a los demás.
Las relaciones fraternas dan sentido a nuestras vidas; lo que recibimos y damos libremente da aliento y alegría a nuestro ser; éste es el camino para "heredar la vida eterna", como deseaba el hombre del evangelio.
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